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La violencia sacude Michoacán: autoridades despliegan operativos desesperados por tierra y aire

Michoacán vive días de terror. Una ola de violencia desatada por grupos criminales ha puesto al estado en el centro de la crisis de inseguridad. Enfrentamientos armados, narcobloqueos y vehículos incendiados han paralizado regiones como Apatzingán y Tarímbaro, dejando a la población en medio del caos.
El jueves 24 de abril, seis presuntos delincuentes fueron abatidos en enfrentamientos con el Ejército y la Guardia Nacional. Las balaceras, ocurridas en dos municipios, dejaron también un herido y un arsenal confiscado. Pero la calma no llega: los grupos criminales respondieron con más violencia, quemando vehículos y bloqueando carreteras.
Ante el descontrol, las autoridades federales y estatales han desplegado operativos masivos. Helicópteros sobrevuelan Tierra Caliente, mientras tropas recorren las zonas más afectadas. La Secretaría de Seguridad Pública asegura que estos esfuerzos buscan “restaurar la paz”, pero los resultados son inciertos.
La región de Tierra Caliente, disputada por cárteles como Los Viagras y el CJNG, es un polvorín. Los bloqueos carreteros y los ataques a tiendas de conveniencia se han vuelto rutina. Los habitantes, atrapados entre el fuego cruzado, exigen seguridad, pero las promesas del gobierno parecen no llegar.
El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, reportó el aseguramiento de armas largas, equipo táctico y vehículos robados. Sin embargo, la violencia no cede. En una semana, 11 presuntos delincuentes han sido abatidos, pero los cárteles siguen operando con impunidad.
La quema de 15 vehículos en distintos puntos del estado, junto con el cierre de comercios y la suspensión del transporte público, refleja el poder de los grupos criminales. En Apatzingán y Uruapan, las tiendas Oxxo permanecen cerradas por temor a represalias.
Los operativos conjuntos entre el Ejército, la Guardia Nacional y la policía estatal buscan frenar la escalada de violencia. Sin embargo, la falta de una estrategia clara y los antecedentes de inacción generan escepticismo entre los michoacanos.
Mientras el gobierno federal presume decomisos y detenciones, la realidad en las calles es otra. La población vive con miedo, y las carreteras, antes vitales para la economía local, ahora son zonas de riesgo. Michoacán clama por seguridad, pero el caos parece lejos de terminar.

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