En la memoria de muchos mexicanos, los recreos escolares evocan imágenes de risas, juegos y, por supuesto, los tentempiés que llenaban de alegría esos momentos. Esos pequeños bocados, desde tortas de la tiendita hasta dulces envueltos en colores brillantes, no solo alimentaban el cuerpo, sino que forjaban recuerdos imborrables.
La cultura del tentempié infantil en México está profundamente ligada a la vida escolar y familiar. En las décadas pasadas, las madres preparaban con esmero lonches con pan blanco, frijoles o aguacate, envueltos en servilletas que guardaban el calor del hogar. Estos almuerzos, simples pero llenos de cariño, eran el combustible para las largas jornadas de clases.
En las tienditas, los niños se arremolinaban frente a vitrinas repletas de opciones. Desde los clásicos cacahuates japoneses hasta las palanquetas de amaranto, cada elección era una aventura. Los dulces, como los tamarindos enchilados o las clásicas pelotas de chocolate, se convertían en trofeos que se intercambiaban entre amigos.
La influencia de la publicidad también jugó un papel clave. Marcas icónicas de los años 80 y 90 llenaron los recreos con productos que prometían diversión y sabor. Las golosinas acompañadas de juguetes o estampas se volvieron objetos de deseo, creando una conexión emocional que aún perdura en la nostalgia de los adultos.
Sin embargo, no todo era perfecto. Muchos de estos tentempiés estaban cargados de azúcares y grasas, algo que en ese entonces pasaba desapercibido. Con el tiempo, las autoridades comenzaron a regular la venta de comida chatarra en las escuelas, buscando promover hábitos más saludables entre los niños.
Hoy, la oferta de tentempiés ha evolucionado. Los padres optan por alternativas como frutas, yogures o barras de cereales, mientras que las escuelas fomentan menús balanceados. Sin embargo, la magia de los recreos sigue viva, aunque ahora con un enfoque más consciente hacia la nutrición.
La globalización también ha dejado su huella. Productos importados y tendencias internacionales han diversificado las opciones, desde snacks asiáticos hasta versiones “light” de clásicos mexicanos. Aun así, los sabores tradicionales, como los esquites o las gorditas, siguen siendo irremplazables en el corazón de muchos.
Los tentempiés infantiles no son solo comida; son cápsulas del tiempo. Cada bocado cuenta una historia de infancia, de momentos compartidos y de una época que, aunque ha cambiado, sigue viva en la memoria colectiva de generaciones.

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Un viaje al pasado: los tentempiés infantiles que marcaron generaciones
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