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La Basílica de Santa María la Mayor, en el corazón de Roma, está lista para recibir el cuerpo del papa Francisco, quien será sepultado este sábado tras su fallecimiento el pasado lunes a los 88 años. Este emblemático templo, uno de los más antiguos de la cristiandad, se prepara para acoger los restos del primer pontífice latinoamericano, cumpliendo su deseo expreso de descansar fuera del Vaticano.

El cortejo fúnebre recorrerá seis kilómetros por el centro histórico de Roma, desde la Basílica de San Pedro hasta Santa María la Mayor, siguiendo parcialmente la antigua Via Papalis, una ruta ceremonial cargada de simbolismo. El funeral, presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, comenzará a las 10 de la mañana en la Plaza de San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones internacionales, incluyendo 50 jefes de Estado.
Francisco, conocido por su humildad, rompió con la tradición al elegir Santa María la Mayor en lugar de las grutas vaticanas, donde descansan la mayoría de los papas. Su devoción por la Virgen María, especialmente por el ícono de la Salus Populi Romani que se encuentra en este templo, marcó esta decisión. El pontífice visitaba la basílica antes y después de cada viaje apostólico para rezar ante esta imagen.
La basílica, construida en el siglo V en el monte Esquilino, es una de las cuatro basílicas papales de Roma. Según la tradición, su origen está ligado a un milagro: una nevada en pleno verano del año 352 señaló el lugar donde la Virgen quería su iglesia. Este templo, que conserva su estructura paleocristiana, alberga reliquias como fragmentos de la cuna de Jesús y un ícono atribuido a San Lucas.
El sepulcro de Francisco será sencillo, fiel a su estilo de vida austero. Una losa de mármol de Liguria, región de origen de sus abuelos, llevará solo la inscripción “Franciscus”. La tumba estará ubicada cerca de la Capilla Paulina, donde se encuentra la Salus Populi Romani, en un espacio que antes se usaba para guardar candelabros.
Santa María la Mayor no es ajena a los entierros papales. Siete pontífices, el último Clemente IX en 1669, descansan allí, junto a figuras como el escultor Gian Lorenzo Bernini. La elección de Francisco refuerza la relevancia de este templo, que algunos fieles consideran ahora el segundo en importancia tras San Pedro.
La basílica, cerrada mientras se ultimaban los preparativos, ha visto llegar a decenas de fieles y turistas. En sus alrededores, bajo un fuerte despliegue policial, se instalaron pantallas para seguir el funeral. Personas como Pilar Pardo, llegada desde Galicia, expresaron su deseo de rendir homenaje al papa que marcó una era con su cercanía al pueblo.
El legado de Francisco, quien fue el primer papa jesuita y latinoamericano, queda reflejado en esta última decisión. Su conexión con Santa María la Mayor, visitada más de 115 veces durante su pontificado, simboliza su vida dedicada a la fe y la sencillez. Este sábado, Roma despedirá a un líder que dejó huella en la Iglesia y el mundo.

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