En un nuevo capítulo de la escalada de violencia que azota a México, María del Carmen Morales, una madre buscadora integrante del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, fue brutalmente asesinada junto a su hijo Jaime Daniel Ramírez Morales en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. El crimen ocurrió la noche del miércoles 23 de abril en el fraccionamiento Las Villas, un hecho que ha conmocionado a la sociedad y expone la vulnerabilidad de quienes luchan por encontrar a sus seres queridos desaparecidos.
María del Carmen, de 43 años, dedicaba su vida a buscar a su hijo Ernesto Julián Ramírez Morales, desaparecido desde el 24 de febrero de 2024 en el mismo municipio. Su labor como buscadora la convirtió en un símbolo de resistencia en un país donde la desaparición de personas es una herida abierta. Sin embargo, esta lucha le costó la vida a ella y a su hijo Jaime Daniel, de 26 años, en un ataque directo que no dio tregua.
Según reportes, los hechos ocurrieron alrededor de las 23:30 horas en la calle Villa Oriente. María del Carmen y Jaime Daniel salieron de su casa para recolectar agua debido a la escasez en la zona. Fue entonces cuando dos sujetos a bordo de una motocicleta abrieron fuego contra ellos. Los disparos resonaron en el vecindario, dejando a madre e hijo sin vida antes de que los paramédicos pudieran hacer algo por salvarlos.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, al que pertenecía María del Carmen, expresó su indignación y dolor por el doble homicidio. En un comunicado, exigieron una investigación inmediata y exhaustiva para dar con los responsables. Además, señalaron que la víctima había recibido amenazas previas relacionadas con su labor de búsqueda, un hecho que pone en evidencia los riesgos que enfrentan los activistas en México.
La Fiscalía de Jalisco, por su parte, afirmó que el ataque iba dirigido principalmente contra Jaime Daniel y que María del Carmen habría intentado defenderlo, lo que resultó en su muerte. Sin embargo, las autoridades descartaron de momento que el crimen esté relacionado con la actividad de búsqueda de la madre, una postura que ha generado escepticismo entre los colectivos y la sociedad civil.
Este asesinato no es un caso aislado. En abril de 2025, otra madre buscadora, Teresa González Murillo, fue asesinada en Guadalajara tras resistirse a un intento de secuestro. Estos hechos reflejan un patrón alarmante de violencia contra quienes buscan justicia para sus familiares desaparecidos, en un estado que lidera las estadísticas de personas no localizadas, con más de 15 mil casos registrados.
El colectivo Guerreros Buscadores no solo lamentó la pérdida de su compañera, sino que también hizo un llamado urgente a la presidenta Claudia Sheinbaum para que presione al gobierno de Jalisco, encabezado por Pablo Lemus, a tomar medidas concretas. La falta de protección para los buscadores y la impunidad en estos crímenes son un reflejo de la crisis de seguridad que vive el país.
La tragedia de María del Carmen y Jaime Daniel se suma a una lista de 28 casos de personas buscadoras asesinadas o desaparecidas en México en los últimos 15 años. Organizaciones civiles y colectivos han alzado la voz para exigir que se detenga esta ola de violencia y que las autoridades garanticen la seguridad de quienes, sin descanso, buscan a los suyos.
Mientras tanto, la sociedad jalisciense vive con miedo. Tlajomulco, un municipio marcado por las fosas clandestinas y la presencia del crimen organizado, es un recordatorio de que la inseguridad no da tregua. El hallazgo del rancho Izaguirre, un sitio usado por el Cártel Jalisco Nueva Generación para reclutar y asesinar, fue un logro del colectivo al que pertenecía María del Carmen, pero también un recordatorio de los peligros que enfrentan.
La muerte de María del Carmen Morales y su hijo Jaime Daniel Ramírez Morales no solo es una pérdida irreparable para su familia, sino un golpe al corazón de la lucha por la verdad y la justicia en México. Su legado, sin embargo, sigue vivo en cada madre buscadora que, a pesar del miedo, continúa su labor en un país donde la violencia parece no tener fin.