La vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, aterrizó en México para hablar de coincidencias con el gobierno de Claudia Sheinbaum, destacando una supuesta defensa compartida del multilateralismo. En un mundo lleno de tensiones globales, Ribera no escatimó en halagos, asegurando que México y la Unión Europea comparten una visión de cooperación internacional y transición energética. Pero, ¿es esto una verdadera alianza o solo un discurso diplomático para la foto?
Durante su visita a la Ciudad de México, Ribera resaltó la cercanía entre ambos gobiernos, subrayando que México es un país acogedor y comprometido con el multilateralismo. Según ella, este enfoque es crucial en un momento donde las potencias mundiales, como Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump, han optado por posturas proteccionistas. La funcionaria europea dejó claro que la Unión Europea no abandonará sus valores de integración global, aunque no explicó cómo planean concretar esta cooperación con México.
En conferencia de prensa, Ribera comparó los programas de gobierno de Sheinbaum y de Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Habló de modernización económica, compromiso social y un impulso verde como motor de transformación. Sin embargo, estas palabras suenan más a promesas de campaña que a planes tangibles. ¿Realmente el gobierno de Morena está alineado con estas prioridades, o solo se sube al tren de la retórica internacional?
La agenda de Ribera incluyó reuniones con figuras clave del gobierno mexicano, como el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, y la secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena. También está programada una reunión con el canciller Juan Ramón de la Fuente. Estos encuentros buscan, según Ribera, fortalecer los lazos entre México y la Unión Europea. Pero, en un país donde los resultados suelen quedarse en el papel, cabe preguntarse si estas charlas tendrán un impacto real.
La funcionaria europea también aprovechó para lanzar una crítica velada a Estados Unidos, señalando que confía en que no abandonen los principios de multilateralismo. En contraste, posicionó a México como un aliado estratégico con valores compartidos en sostenibilidad e integración global. Sin embargo, esta narrativa ignora los desafíos internos de México, donde la inseguridad y la polarización política complican cualquier esfuerzo por proyectarse como líder global.
El cierre de la visita de Ribera incluye actividades simbólicas, como una reunión con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), una visita a un centro de migrantes y un encuentro con estudiantes de la UNAM. Estas acciones parecen diseñadas para reforzar la imagen de cooperación, pero no abordan los problemas estructurales que enfrenta México en temas como migración o educación.
Mientras Ribera pinta un panorama de unidad y progreso, en México persisten las dudas. El gobierno de Sheinbaum ha prometido un cambio profundo, pero su capacidad para cumplir en el escenario internacional está en entredicho. La retórica del multilateralismo suena bien, pero sin acciones concretas, podría quedar en un simple ejercicio de relaciones públicas.
La Unión Europea, por su parte, parece buscar en México un contrapeso a las políticas aislacionistas de otras potencias. Sin embargo, para que esta alianza prospere, ambos lados deberán pasar de las palabras a los hechos. Por ahora, la visita de Ribera deja más preguntas que respuestas sobre el futuro de esta supuesta “trayectoria compartida”.

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La Unión Europea y México: ¿Una alianza estratégica o solo promesas vacías?
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