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Las tensiones entre Estados Unidos y China amenazan con hundir la economía global

La Organización Mundial del Comercio ha lanzado una advertencia contundente: las crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China podrían provocar una pérdida de hasta el 7 por ciento del PIB global. Este escenario, descrito como catastrófico por expertos, refleja el impacto de una guerra arancelaria que no muestra signos de ceder.
El conflicto comenzó a escalar con la imposición de aranceles significativos por parte del gobierno de Estados Unidos, liderado por Donald Trump. China, en respuesta, ha implementado medidas retaliatorias, aumentando los gravámenes a productos estadounidenses. Esta batalla comercial ha generado incertidumbre en los mercados internacionales, afectando no solo a las dos potencias, sino también a economías más pequeñas que dependen del comercio global.
Según la OMC, los aranceles violan regulaciones internacionales y distorsionan los flujos comerciales. La delegación china ha señalado que estas políticas generan inflación y desestabilizan las cadenas de suministro. Por su parte, Estados Unidos acusa a China de prácticas económicas desleales, como subsidios ilegales, lo que agrava el enfrentamiento.
El impacto no se limita a las grandes economías. Países como México, Tailandia y Vietnam ya están sintiendo las consecuencias, con exportaciones redirigidas y mercados en busca de nuevos destinos. México, por ejemplo, ha intentado orientar sus ventas hacia Canadá, Brasil y la India, pero la incertidumbre persiste.
La OMC estima que el comercio global podría contraerse un 3 por ciento si la situación no se resuelve. Este panorama ha llevado a los analistas a prever una posible recesión global, con una reducción del crecimiento económico de hasta un 0.7 por ciento para 2040, según el Centro de Comercio Internacional.
La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, ha hecho un llamado urgente al diálogo. Sin embargo, las negociaciones entre las dos potencias parecen estancadas, con acusaciones mutuas que dificultan un acuerdo. Mientras tanto, los mercados bursátiles reflejan el nerviosismo, con caídas significativas en índices como el Nasdaq y el S&P 500.
Otros países han comenzado a tomar medidas para proteger sus economías. Canadá, por ejemplo, ha respondido con aranceles del 25 por ciento a productos estadounidenses, lo que podría agravar las tensiones en Norteamérica. Este escenario pone en riesgo tratados como el T-MEC, que han sido clave para la estabilidad regional.
La guerra comercial también está afectando a los consumidores. Los precios de bienes importados han comenzado a subir, y la inflación se perfila como un problema creciente. Los expertos advierten que, sin una solución pronta, el impacto podría sentirse durante décadas.
A pesar de las advertencias, algunos analistas creen que la presión económica podría forzar un acuerdo entre Estados Unidos y China. Sin embargo, por ahora, el panorama es sombrío, con un futuro incierto para la economía global.
La situación exige atención inmediata. Las decisiones que tomen las grandes potencias en los próximos meses serán cruciales para evitar un colapso económico que afectaría a millones de personas en todo el mundo.

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