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Capibaras invaden Nordelta: ¿una amenaza o un regreso a su hogar natural?

En Nordelta, un exclusivo barrio privado al norte de Buenos Aires, Argentina, los capibaras han tomado protagonismo. Estos roedores, los más grandes del mundo, han triplicado su población en los últimos años, alcanzando casi mil ejemplares. Lo que para algunos es una invasión, para otros es simplemente la recuperación de un hábitat que les fue arrebatado.
Construido sobre un antiguo humedal, Nordelta ofrece a los capibaras un entorno ideal: lagos artificiales, césped abundante y la ausencia de depredadores naturales. Desde la pandemia, su presencia se disparó, ya que encontraron en este lujoso vecindario las condiciones perfectas para prosperar. Los residentes, sin embargo, están divididos ante esta convivencia inesperada.
Mientras algunos vecinos disfrutan de la presencia de estos animales, otros reportan problemas. Los capibaras han causado accidentes de tráfico al cruzar avenidas, han dañado jardines cuidadosamente mantenidos y, en ocasiones, han enfrentado a perros pequeños. Estos incidentes han generado preocupación entre los habitantes, quienes temen por la seguridad de sus mascotas y propiedades.
Para controlar la población, las autoridades de Nordelta han implementado medidas drásticas. En 2024, se inició un programa de esterilización masivo, que incluye vasectomías y una “vacuna anticonceptiva” para 250 capibaras. Este método, que requiere sedar a los animales y administrar dos inyecciones, busca frenar su reproducción por al menos un año. Sin embargo, los resultados aún no son concluyentes.
Ambientalistas han alzado la voz contra estas intervenciones. Organizaciones como la Fundación Vida Silvestre Argentina argumentan que los capibaras no son una plaga, sino una especie nativa que ha sido desplazada por la urbanización. Proponen, en cambio, la creación de una zona de conservación dentro de Nordelta para proteger a los roedores y fomentar la coexistencia.
El debate trasciende Nordelta y pone en la mesa un problema mayor: el impacto de la urbanización en los ecosistemas. Los humedales, hábitat natural de los capibaras, han sido reemplazados por desarrollos inmobiliarios en muchas partes de Argentina. La falta de depredadores, como jaguares o pumas, también ha contribuido al aumento descontrolado de su población.
Expertos como el ecólogo Juan Carlos Chebez señalan que los capibaras son esenciales para el equilibrio ecológico. Su dieta herbívora ayuda a controlar la vegetación, y su presencia es un indicador de la salud de los ecosistemas acuáticos. Sin embargo, advierten que sin medidas sostenibles, la población podría“La urbanización ha modificado su hábitat, obligándolos a adaptarse a nuevas condiciones“, afirmó Chebez.
La situación ha generado reacciones encontradas en las redes sociales. Mientras algunos vecinos publican fotos y videos de los capibaras, otros piden acciones más contundentes, como su reubicación. La controversia ha dado pie a memes y hasta una cumbia en defensa de los roedores, reflejando el interés que han despertado.
Nordelta, que se promociona como un lugar donde conviven la naturaleza y la modernidad, enfrenta ahora el desafío de equilibrar el lujo con la conservación. La presencia de los capibaras es un recordatorio de que, aunque los humanos transformen el paisaje, la naturaleza siempre encuentra la forma de reclamar su lugar.

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