En un gesto que dejó a todos boquiabiertos, el Papa Francisco apareció este jueves en la Basílica de San Pedro, pero no como lo conocemos. Vestido de civil, con pantalones negros y una manta sobre el pecho, el pontífice de 88 años recorrió el lugar en silla de ruedas, mientras se recupera de una doble neumonía.
Acompañado de sus asistentes, saludó a los fieles y bendijo a una familia con un bebé, desatando emociones entre los presentes. Aunque llevaba una cánula nasal para recibir oxígeno, su rostro reflejaba serenidad y cercanía.
La visita, que duró apenas unos minutos, incluyó un momento de oración ante la tumba de Pío X, un Papa al que Francisco siente gran conexión. Nadie esperaba este acto espontáneo, que confirma su voluntad de seguir cerca de la gente, incluso en tiempos de convalecencia.

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El Papa Francisco sorprende al mundo con una visita inesperada a San Pedro
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