A partir de este 5 de abril, Estados Unidos ha puesto en marcha un nuevo arancel del 10% que afecta a una amplia gama de productos importados, una medida impulsada por la administración de Donald Trump que promete sacudir el comercio global.
Este gravamen, que se aplica a bienes provenientes de más de 80 países, busca, según el gobierno estadounidense, revitalizar la industria nacional y reducir el déficit comercial, aunque expertos advierten que podría encender una guerra comercial con socios clave.
Algunos productos quedan fuera de este arancel, como el petróleo, el gas, los metales preciosos, los semiconductores y los farmacéuticos, pero la mayoría de las mercancías enfrentarán este nuevo costo, que se suma a tarifas ya existentes.
Canadá y México, socios del T-MEC, no escaparon del impacto: enfrentan un arancel del 25% en productos fuera del acuerdo, con una excepción del 10% para hidrocarburos canadienses, lo que podría tensionar las relaciones en Norteamérica.
China, por su parte, ya anunció represalias con un arancel del 34% a productos estadounidenses a partir del 10 de abril, una respuesta que agrava las pérdidas en los mercados financieros y despierta temores de una recesión global.
Analistas señalan que, aunque el objetivo es fortalecer la economía interna, los consumidores estadounidenses podrían sentir el golpe con precios más altos en bienes como ropa, automóviles y viviendas, afectando especialmente a las familias de menores ingresos.
La medida, bautizada por Trump como parte del “Día de la Liberación” el pasado 2 de abril, se mantiene firme pese a las críticas, con el presidente asegurando que es un paso hacia la recuperación de la riqueza y el empleo en el país.

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Aduanas de Estados Unidos aplican el 10% de arancel generalizado a las importaciones
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