La violencia y el narcotráfico no dan tregua en México. En un operativo reciente en Baja California, fuerzas federales lograron incautar 238 paquetes de metanfetamina, una droga que sigue inundando las calles del país sin que el gobierno parezca capaz de frenar esta ola de inseguridad.
El decomiso tuvo lugar en el fraccionamiento Punta Azul, en Rosarito, donde también se encontró un contenedor con más de esta sustancia. Las autoridades no se detuvieron ahí: en otro cateo en la colonia Benito Juárez, aseguraron 122 kilogramos de cocaína, además de vehículos y un montacargas usados por los criminales.
Este golpe al crimen organizado expone, una vez más, la magnitud del problema que enfrentamos. Mientras el gobierno federal presume avances en su estrategia de seguridad, operativos como este muestran que las drogas siguen circulando con facilidad en territorio nacional.
La colaboración entre la Fiscalía General de la República, el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional fue clave para este aseguramiento. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿cuándo veremos una verdadera reducción en la violencia que estas sustancias alimentan?
Los inmuebles quedaron bajo resguardo policial, y la droga fue puesta a disposición del Ministerio Público. Pero los ciudadanos se preguntan si estos decomisos son suficientes para combatir un problema que parece crecer sin control.
Baja California, por su cercanía con Estados Unidos, sigue siendo un punto caliente para el trasiego de narcóticos. Este operativo es solo una muestra de la batalla diaria que se libra en la frontera, donde la inseguridad no da señales de retroceder.