El número de víctimas mortales por los incendios forestales que devastaron Los Ángeles en enero pasado ha ascendido a 30 tras el reciente hallazgo de restos humanos entre los escombros. Este descubrimiento se produjo durante los trabajos de remoción en las zonas afectadas, casi tres meses después de la tragedia.
Los incendios, que arrasaron con miles de hectáreas, dejaron un saldo devastador en comunidades como Pacific Palisades y Altadena. Las llamas, impulsadas por vientos de hasta 160 kilómetros por hora, destruyeron más de 9 mil 400 estructuras, muchas de ellas hogares que quedaron reducidos a cenizas.
Altadena, una ciudad al noreste de Los Ángeles, fue una de las más golpeadas, al punto de que gran parte de su territorio quedó irreconocible. Las autoridades continúan investigando las causas del desastre, mientras los equipos de rescate avanzan en la identificación de las víctimas.
Este aumento en la cifra de fallecidos reaviva el debate sobre la preparación y respuesta ante este tipo de emergencias en California, un estado acostumbrado a enfrentar incendios, pero que en esta ocasión vio una magnitud histórica de destrucción.