Un informe reciente de la Agencia de Ciberseguridad de Estados Unidos ha encendido las alarmas sobre el uso de bots en redes sociales, que aprovechan la inteligencia artificial para manipular información y hacerse pasar por usuarios reales. Estas herramientas, cada vez más sofisticadas, representan una amenaza que va en aumento.
Los datos son preocupantes: entre el 24% y el 50% del tráfico en internet proviene de bots, según el estudio “Threat Research 2024” de Impreva. La mayoría de estos no son inofensivos; se estima que el 65% tiene fines maliciosos, desde fraudes en transacciones hasta la recolección masiva de datos personales.
Estos bots no solo engañan a los usuarios, sino que imitan comportamientos humanos con tal precisión que detectarlos se ha vuelto un desafío monumental. Empresas como Akamai Technologies advierten que son utilizados para espionaje, crear sitios falsos y propagar desinformación a gran escala.
La inteligencia artificial detrás de estas redes permite analizar enormes volúmenes de datos y adaptarse rápidamente, lo que las hace casi imposibles de rastrear. Este avance tecnológico, aunque impresionante, pone en riesgo la privacidad y la confianza en las plataformas digitales.
El impacto no es menor: los bots maliciosos están detrás de campañas que buscan influir en opiniones públicas, afectar elecciones o desestabilizar economías. Su capacidad para operar en redes coordinadas los convierte en una herramienta poderosa y peligrosa.
Para los usuarios, el mensaje es claro: lo que vemos en redes sociales no siempre es real. La proliferación de estos bots nos obliga a ser más críticos con la información que consumimos y compartimos a diario.
Este fenómeno, lejos de detenerse, sigue creciendo. Las autoridades y las empresas tecnológicas enfrentan el reto de desarrollar estrategias efectivas para contrarrestar una amenaza que evoluciona tan rápido como la tecnología misma.

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Fraudes, espionaje y desinformación: El creciente peligro de los bots en redes sociales
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