El ambicioso tren Querétaro-Irapuato está a punto de convertirse en realidad con una inversión que supera los 58 mil millones de pesos, según lo anunciado por el gobierno federal. Este proyecto, impulsado por la administración de Claudia Sheinbaum, promete revolucionar el transporte en el Bajío, pero ya genera dudas sobre su viabilidad y manejo.
La construcción arrancará el próximo 1 de julio de 2025, conectando Querétaro con Celaya, Salamanca e Irapuato en Guanajuato. Se espera que el tren esté listo para operar en 2027, con una velocidad de hasta 200 kilómetros por hora, lo que reduciría significativamente los tiempos de traslado en la región.
Andrés Lajous, titular de la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario, destacó que las obras generarán miles de empleos y beneficiarán a más de 3 millones de personas. Sin embargo, el costo exorbitante y la participación del Ejército en la construcción levantan sospechas sobre la transparencia en el uso de los recursos públicos.
El tramo forma parte de una red más amplia que incluye el tren México-Querétaro, con un presupuesto total que asciende a 175 mil millones de pesos. Las promesas son grandes, pero la historia de proyectos faraónicos en este sexenio invita a preguntarse si los beneficios llegarán realmente a la población o se quedarán en discursos.
En Guanajuato, autoridades locales como la alcaldesa de Irapuato, Lorena Alfaro, y la gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo, celebran la iniciativa. Aseguran que potenciará la economía y el turismo, aunque el contraste entre el entusiasmo oficial y la opacidad federal genera escepticismo.
Mientras el gobierno de Morena presume avances, la ciudadanía espera resultados concretos y no solo trenes de promesas. La fecha está puesta, pero el verdadero reto será cumplir sin desvíos ni retrasos, algo que este sexenio no ha logrado demostrar plenamente.