El Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, fue internado de emergencia el pasado 9 de junio en el Centro Médico ABC de Santa Fe, Ciudad de México, debido a una obstrucción severa en sus arterias coronarias. El funcionario, de 85 años, enfrentó un cuadro crítico que puso en riesgo su vida.
Ante la gravedad de su estado, Gertz Manero fue sometido a un cateterismo de urgencia el 11 de junio, donde le colocaron dos válvulas para tratar la obstrucción. Permaneció cinco días en el área de medicina crítica, bajo un diagnóstico delicado y con un pronóstico reservado, según los médicos que lo atendieron.
El procedimiento, realizado por el reconocido cardiólogo Carlos Alberto Merigo Azpiri, comenzó tras detectar la obstrucción mediante una angiotomografía. Sin embargo, el sigilo con el que se manejó la hospitalización ha generado dudas sobre la transparencia en torno a la salud del fiscal.
El 14 de junio, la familia de Gertz decidió trasladarlo a su domicilio, citando problemas de confidencialidad en el hospital. Aunque su estado se reporta como estable, fuentes médicas indican que sigue siendo delicado, lo que levanta preocupaciones sobre su capacidad para liderar la Fiscalía General de la República.
No es la primera vez que la salud de Gertz Manero interfiere con sus funciones. Durante la pandemia de Covid-19, estuvo ausente de su oficina por meses, dejando la Fiscalía en manos de Juan Ramos López, su entonces hombre de confianza. Esta nueva crisis médica reaviva el debate sobre la estabilidad en la institución.
La falta de información oficial sobre el estado de salud del fiscal ha generado un vacío de comunicación. La FGR no ha emitido ningún comunicado aclarando la situación, lo que alimenta especulaciones y críticas sobre la opacidad en un organismo clave para la justicia en México.
La procuración de justicia enfrenta retos monumentales en el país, con un rezago en investigaciones penales y niveles de impunidad que alcanzan el 99%. La ausencia de Gertz Manero, aunque sea temporal, pone en riesgo la continuidad de las operaciones en la FGR en un momento crítico.
La salud del fiscal no solo es un asunto personal, sino un tema de interés nacional. La ciudadanía merece claridad sobre quién lidera una institución tan importante. La pregunta sigue en el aire: ¿podrá Gertz Manero continuar al frente de la FGR en medio de esta crisis médica?
La situación expone, una vez más, las fragilidades en la estructura de la Fiscalía. Mientras el país enfrenta desafíos de seguridad y justicia, la incertidumbre sobre el liderazgo de Gertz Manero añade una capa más de preocupación para los mexicanos.
La transparencia en la gestión pública es un derecho ciudadano. La falta de información oficial sobre la salud del fiscal solo profundiza la desconfianza en las instituciones, en un contexto donde la justicia sigue siendo una asignatura pendiente en México.