El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encabezó un imponente desfile militar en Washington para conmemorar los 250 años del Ejército estadounidense, un evento que desató controversia por su coincidencia con su cumpleaños número 79. En un discurso cargado de patriotismo, Trump aseguró que cualquier amenaza contra su país enfrentará la fuerza de sus soldados, quienes, según él, nunca se rinden.
El desfile, que contó con la participación de más de 6,000 soldados, 150 vehículos militares, 50 aeronaves y hasta 34 caballos, recorrió el National Mall bajo estrictas medidas de seguridad. Tanques Abrams, helicópteros y paracaidistas formaron parte de la exhibición, que buscaba honrar las victorias históricas del Ejército en conflictos como la Guerra de Independencia, la Segunda Guerra Mundial y las guerras de Irak y Afganistán.
Trump defendió la organización del evento, que tuvo un costo estimado de entre 25 y 45 millones de dólares, argumentando que otros países celebran sus victorias militares y que Estados Unidos también debía hacerlo. El presidente destacó que el Ejército estadounidense es “la fuerza más temida y valiente que ha caminado sobre la Tierra”, recordando batallas clave en Sicilia, Filipinas e Irak.
Sin embargo, el desfile no estuvo exento de críticas. Opositores acusaron a Trump de politizar al Ejército y de usar el evento para proyectar una imagen autoritaria. La coincidencia con su cumpleaños y el Día de la Bandera avivó las críticas de quienes lo ven como un acto de autopromoción, especialmente en un contexto de tensiones por su política migratoria.
En los días previos, Trump había advertido que cualquier protesta durante el desfile sería enfrentada con “gran fuerza”. Desde el Despacho Oval, afirmó que los manifestantes serían tratados como personas que “odian a su país”, sin distinguir entre protestas pacíficas y actos violentos. Estas declaraciones generaron preocupación por posibles enfrentamientos.
El evento se llevó a cabo en medio de protestas a nivel nacional bajo el lema “No Kings”, las más grandes desde que Trump regresó al poder en enero de 2025. En ciudades como Los Ángeles, San Francisco y Nueva York, miles de personas se manifestaron contra las redadas migratorias impulsadas por el gobierno, exigiendo el fin de estas políticas.
El despliegue militar también se produce en un momento de tensiones internacionales, particularmente por el conflicto entre Irán e Israel. Trump ha insistido en que busca evitar que Estados Unidos se vea arrastrado a un conflicto en Medio Oriente, pero sus advertencias a Irán han elevado la incertidumbre en la región.
El desfile incluyó representaciones históricas de batallas y un despliegue de fuegos artificiales al final del recorrido, desde el Pentágono hasta el monumento a George Washington. A pesar de las previsiones de lluvia, el clima permitió que miles de personas se congregaran para presenciar el espectáculo, que culminó con un concierto en el National Mall.
Críticos del evento señalaron que los recursos utilizados podrían haberse destinado a otras prioridades, como educación o salud, en un momento en que el gobierno de Trump impulsa recortes en agencias federales. Algunos legisladores expresaron preocupación por los posibles daños a la infraestructura de Washington causados por los tanques y vehículos pesados.
A pesar de las críticas, Trump se mostró firme en su mensaje: cualquier enemigo que desafíe a Estados Unidos enfrentará consecuencias devastadoras. Sus palabras resonaron en un contexto de creciente polarización interna y desafíos globales, dejando en claro que su administración mantendrá una postura de mano dura tanto dentro como fuera del país.