En la madrugada del viernes, Israel lanzó una ofensiva aérea masiva contra Teherán, la capital de Irán, dejando un saldo de al menos cuatro generales iraníes muertos. Los ataques, descritos como “preventivos” por el gobierno israelí, apuntaron a instalaciones nucleares y bases militares estratégicas, marcando una escalada significativa en el conflicto entre ambos países.
Entre las víctimas se encuentra el mayor general Hossein Salami, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria Iraní, una figura clave en la estructura militar del país. Junto a él, el general Gholam Ali Rashid, un alto mando de la base aérea Jatam ol-Anbiya, también perdió la vida. Los científicos nucleares Fereydoon Abbasi y Mohammed Mehdi Tehranchi, fundamentales para el programa nuclear iraní, completan la lista de bajas confirmadas.
El ataque israelí, que involucró más de 200 aviones de combate y 330 misiles, tuvo como objetivo principal la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, además de otras instalaciones militares en el oeste y suroeste de Teherán. Según medios iraníes, el edificio principal de las oficinas del comandante de la Guardia Revolucionaria quedó en llamas tras el bombardeo.
Irán respondió con una condena enérgica, calificando el ataque como un “crimen” y prometiendo una respuesta contundente. El líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, aseguró que el “brazo armado de la República Islámica” no dejará el acto impune. Sin embargo, las autoridades iraníes minimizaron los daños, afirmando que sus defensas aéreas lograron interceptar varios proyectiles.
La comunidad internacional expresó preocupación por la escalada del conflicto. Rusia y China condenaron los ataques, calificándolos de “ilegales” y “no provocados”, mientras que Estados Unidos negó cualquier participación directa, aunque reconoció haber sido informado previamente por Israel. El Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión de emergencia para discutir la situación.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó la ofensiva como una medida para frenar el programa nuclear iraní, que, según Israel, está a punto de desarrollar un arma atómica. Netanyahu afirmó que la operación continuará “el tiempo que sea necesario” para neutralizar la amenaza de Irán.
Los ataques han generado tensiones adicionales en la región, con temores de represalias iraníes contra intereses estadounidenses o israelíes. El Pentágono anunció la salida voluntaria de familias de militares de bases en Oriente Medio como medida de precaución.
Este nuevo capítulo en el conflicto entre Israel e Irán ha puesto al mundo en alerta, con expertos advirtiendo que una escalada mayor podría desencadenar una guerra regional de consecuencias impredecibles. Por ahora, la situación en Teherán permanece tensa, con reportes de explosiones y un ambiente de incertidumbre en las calles.