La reciente decisión de Donald Trump de cancelar visas a gobernadores mexicanos ha desatado una tormenta política que pone en evidencia las tensiones entre México y Estados Unidos. La medida, dirigida a mandatarios de Morena, ha sido vista como un acto unilateral que el gobierno de Claudia Sheinbaum parece incapaz de contrarrestar.
Marina del Pilar Ávila, gobernadora de Baja California, respondió con arrogancia, asegurando que no necesita una visa estadounidense para gobernar. Sin embargo, sus palabras no logran ocultar la gravedad de la situación. La cancelación de visas no es un trámite menor; implica que Estados Unidos considera a estos funcionarios como non gratos, posiblemente por vínculos con actividades ilícitas.
Américo Villarreal, gobernador de Tamaulipas, también está en la mira. Cuestionado por supuestos nexos con cárteles, su respuesta fue tibia, limitándose a decir que está abierto a investigaciones. Pero las denuncias del PAN, que llevaron a la cancelación de su visa, sugieren que hay pruebas sólidas en su contra. ¿Qué ocultan estos gobernadores?
El gobierno de Sheinbaum, lejos de exigir explicaciones a Trump, ha optado por minimizar el escándalo. Esta actitud, heredada de las tácticas de López Obrador, busca distraer al público con cortinas de humo. Pero los mexicanos no son ingenuos: la falta de una postura firme ante Estados Unidos deja al país en una posición vulnerable.
La relación bilateral, ya tensa por temas migratorios y comerciales, enfrenta ahora un nuevo desafío. La acción de Trump no solo afecta a los gobernadores señalados, sino que pone en duda la credibilidad de Morena como partido gobernante. Si Sheinbaum no actúa con decisión, podría ser vista como cómplice de quienes están bajo la lupa.
La crisis migratoria, que ha sido un punto de fricción constante, también se ve reflejada en este conflicto. Durante años, México ha cedido a las presiones de Estados Unidos para contener las caravanas migrantes. Sin embargo, las políticas de Trump, ahora más agresivas, podrían endurecer aún más las medidas contra México.
El silencio del gobierno federal es ensordecedor. Mientras Sheinbaum y su equipo evaden el tema, los ciudadanos se preguntan quién defenderá la soberanía nacional. La falta de transparencia y la tibieza en la respuesta oficial solo alimentan las sospechas sobre los verdaderos motivos detrás de las acciones de Trump.
Esta situación no solo es un golpe para Morena, sino un recordatorio de que la política exterior mexicana necesita un cambio urgente. La sumisión ante las decisiones de Estados Unidos no puede ser la norma. Los mexicanos merecen un gobierno que enfrente con valentía los retos internacionales, no que se esconda tras excusas.
La pregunta sigue en el aire: ¿quién detendrá la violencia política desatada por Trump? Mientras el gobierno de Sheinbaum no asuma su responsabilidad, la incertidumbre seguirá creciendo. Los próximos días serán clave para saber si México puede recuperar el respeto en el escenario global.

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¿Quién podrá frenar la violencia desatada por Trump?
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