La presidenta Claudia Sheinbaum ha firmado un nuevo pacto que, según ella, hará que el precio de la tortilla baje un 10% durante su sexenio. El anuncio, hecho desde Palacio Nacional, se presenta como una gran solución para los bolsillos de los mexicanos, pero ¿será otra promesa más del gobierno de Morena que se queda en el aire?
El Acuerdo Nacional Maíz-Tortilla, como lo han llamado, reúne a productores de maíz, harineros, nixtamaleros y tortilleros. La meta es ambiciosa: reducir gradualmente el costo del kilo de tortilla, empezando por un 5% en el próximo semestre. Sin embargo, este plan depende de muchos factores, como el clima, el comercio internacional y la buena voluntad de las empresas involucradas. ¿Realmente se logrará?
Alejandro Nicolás, enlace de la Secretaría de Economía, aclaró que el acuerdo es voluntario. Esto significa que las empresas no están obligadas a bajar precios, sino que lo harán solo si ven beneficios en sus costos. Si el gobierno no logra convencer a los grandes productores, el plan podría desmoronarse antes de empezar.
El precio actual de la tortilla varía mucho en el país. En algunos lugares, el kilo cuesta hasta 35 pesos, mientras que en otros se encuentra en 18. La idea es estabilizar primero y luego reducir, pero con la inflación y los problemas en la producción de maíz, muchos dudan que el 10% de reducción sea realista.
El gobierno asegura que apoyará a la industria con financiamiento y precios fijos para el maíz. También planea reducir costos de transporte y combatir la inseguridad en la cadena de suministro. Sin embargo, estas medidas suenan a promesas recicladas de administraciones pasadas, y los resultados concretos brillan por su ausencia.
Claudia Sheinbaum insiste en que el acuerdo busca eliminar intermediarios entre productores y tortilleros, lo que supuestamente abaratará el producto. Pero con gigantes como Maseca y Minsa controlando gran parte del mercado de harina, ¿podrá el gobierno realmente romper con los monopolios que encarecen la tortilla?
Por si fuera poco, el plan incluye revisiones anuales para evaluar avances. Esto podría ser una forma de mantener el control, pero también abre la puerta a que el gobierno culpe a factores externos si los precios no bajan. Los mexicanos, mientras tanto, seguirán pagando caro un alimento básico.
Sergio Jarquín, líder de tortilleros, celebró el diálogo con Sheinbaum, pero admitió que problemas como el comercio informal y la inseguridad siguen afectando al sector. Sin soluciones reales a estos obstáculos, el acuerdo podría quedarse en buenas intenciones.
El gobierno de Sheinbaum apuesta por su programa Cosechando Soberanía para aumentar la producción de maíz blanco no transgénico. Sin embargo, expertos advierten que la producción de maíz podría caer en 2025, lo que pondría en riesgo no solo el precio de la tortilla, sino la disponibilidad del grano.
Al final, la gran pregunta es si este acuerdo será un verdadero alivio para las familias mexicanas o solo un anuncio más para ganar titulares. Con un historial de promesas incumplidas, el gobierno de Morena tiene mucho que demostrar.