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Ataque mortal al alcalde de Tacámbaro revela la fragilidad de la seguridad en Michoacán

El asesinato del alcalde de Tacámbaro, Salvador Bastida García, y su escolta, Pastor Cortés Álvarez, ha sacudido a Michoacán. El ataque ocurrió en los primeros minutos del viernes 6 de junio, en la calle Fuerte de Loreto, en el corazón de la cabecera municipal.
Según el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, la agresión no fue una emboscada, como se especuló inicialmente, sino un ataque perpetrado desde el interior de la camioneta donde viajaban las víctimas. Este hecho plantea serias dudas sobre la seguridad de los funcionarios locales y la confianza en sus círculos cercanos.
Salvador Bastida, conocido como “Chavo” Bastida, regresaba a su domicilio a bordo de una camioneta Ford blanca cuando ocurrió el ataque. Su escolta, un agente de la Guardia Civil, murió de forma inmediata en el lugar. Bastida fue trasladado al hospital María Zendejas, pero falleció poco después debido a la gravedad de sus heridas.
La Fiscalía General del Estado de Michoacán ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos. Aunque no se han reportado detenciones, el gobernador aseguró que las autoridades están avanzando en la identificación de los responsables. La falta de resultados inmediatos genera preocupación en la comunidad.
Este crimen eleva a cinco el número de alcaldes asesinados durante la administración de Ramírez Bedolla en Michoacán. Entre las víctimas previas están los ediles de Contepec, Aguililla, Churumuco y Cotija. La escalada de violencia contra autoridades locales refleja un problema estructural en la entidad.
Tacámbaro, un municipio que históricamente ha sido tranquilo, enfrenta ahora un panorama de incertidumbre. El ayuntamiento expresó su compromiso con la paz y la seguridad, pero el asesinato de Bastida pone en evidencia los retos que persisten en la región.
Antes de este incidente, Bastida ya estaba bajo escrutinio. En noviembre de 2024, la Fiscalía General de la República abrió una carpeta de investigación contra él por presuntos vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Estas acusaciones, que también involucraban a otros funcionarios municipales, añaden un trasfondo complejo al caso.
Michoacán vive un contexto de violencia impulsada por grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Nueva Familia Michoacana. La muerte de Bastida se suma a una serie de ataques contra autoridades locales, lo que subraya la fragilidad de las estructuras de gobierno frente al crimen organizado.
El gobierno estatal ha reforzado la seguridad en Tacámbaro con operativos conjuntos entre la Secretaría de Seguridad Pública y fuerzas federales. Sin embargo, la ausencia de avances concretos en la captura de los responsables alimenta el descontento y la percepción de inseguridad.
Este trágico suceso pone en el centro del debate la incapacidad de las autoridades para proteger a sus propios funcionarios. La ciudadanía de Tacámbaro espera respuestas claras y justicia pronta ante un crimen que ha conmocionado al municipio.

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