En un nuevo episodio de tensión en Los Ángeles, California, la Guardia Nacional de Estados Unidos, bajo órdenes del presidente Donald Trump, ha utilizado gases lacrimógenos y gas pimienta para dispersar a manifestantes que protestaban contra las recientes redadas migratorias. Las protestas, que se extendieron por segundo día consecutivo, surgieron como respuesta a operativos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en la ciudad.
El despliegue de 2,000 efectivos de la Guardia Nacional comenzó el domingo por la mañana, una medida que ha generado controversia. El gobernador de California, Gavin Newsom, calificó la acción como una provocación deliberada, argumentando que no había escasez de recursos policiales locales para manejar las manifestaciones. Según Newsom, la intervención federal busca generar un espectáculo más que resolver una necesidad real.
Los enfrentamientos ocurrieron principalmente en la ciudad de Paramount, una comunidad mayoritariamente latina al sur de Los Ángeles. Allí, agentes de la Patrulla Fronteriza, equipados con equipo antidisturbios, se enfrentaron a manifestantes que coreaban consignas contra las políticas migratorias. Algunos de ellos portaban pancartas con mensajes como “Ningún ser humano es ilegal” y patearon vehículos de las autoridades, lo que intensificó el conflicto.
El sábado, las protestas tomaron un tono más violento cuando manifestantes incendiaron basura y arbustos en las calles. Las fuerzas del orden respondieron con gases lacrimógenos y proyectiles no letales, lo que provocó la detención de al menos 20 personas, según Bill Essayli, responsable de las fuerzas del orden en el sur de California. El viernes, más de 100 personas ya habían sido arrestadas.
La decisión de Trump de federalizar la Guardia Nacional bajo la autoridad del Título 10, que le otorga control directo sobre las tropas, ha sido criticada por expertos. Según Elizabeth Goitein, del Centro Brennan para la Justicia, es la primera vez desde 1965 que un presidente pasa por alto al gobernador de un estado para activar estas fuerzas en un contexto de disturbios civiles.
El sábado por la noche, manifestantes se reunieron frente al Centro de Detención Metropolitano de Los Ángeles, exigiendo la liberación de los detenidos. Entre ellos se encontraba David Huerta, presidente regional del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios, quien fue arrestado y permanece bajo custodia. Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, ha exigido su liberación, denunciando un patrón de detenciones contra ciudadanos que ejercen su derecho a la libre expresión.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, amenazó con desplegar marines en servicio activo si la violencia persiste, lo que ha elevado las tensiones. En una publicación en redes sociales, Hegseth afirmó que las tropas en Camp Pendleton están en alerta máxima, listas para intervenir si la situación se sale de control.
Las protestas comenzaron el viernes tras una serie de redadas migratorias en lugares de trabajo, parte de una nueva fase de la política migratoria de la administración Trump. Las autoridades han indicado que se enfocarán en operativos en sitios laborales, lo que ha generado rechazo en comunidades latinas y entre defensores de los derechos de los migrantes.
El contraste entre la postura del gobierno federal y las autoridades locales ha generado un debate intenso. Mientras la Casa Blanca acusa a los manifestantes de ser “turbas violentas”, los líderes demócratas de California consideran que el despliegue de la Guardia Nacional es un uso excesivo del poder, innecesario para controlar las manifestaciones.
La situación en Los Ángeles permanece tensa, con las calles de la ciudad en relativa calma el domingo por la mañana, pero con la presencia de la Guardia Nacional marcando un nuevo capítulo en el conflicto migratorio. Las protestas han puesto de manifiesto las profundas divisiones en torno a las políticas de inmigración en Estados Unidos.

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La Guardia Nacional de Estados Unidos despliega gases lacrimógenos contra manifestantes en Los Ángeles
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