Los museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México vuelven a abrir sus puertas este jueves 5 de junio, tras varios días de cierres inesperados que dejaron a turistas nacionales y extranjeros sin acceso a recintos culturales emblemáticos. La crisis, que afectó a espacios como el Museo Nacional de Antropología, el Castillo de Chapultepec y el Templo Mayor, fue provocada por un cambio abrupto en el servicio de seguridad, desatando críticas y señalamientos hacia las autoridades.
El problema comenzó cuando el INAH decidió reemplazar a la Policía Auxiliar de la Ciudad de México, que durante años resguardó los museos, por empresas privadas de seguridad. Esta decisión, tomada tras una licitación pública, resultó en un fiasco: el personal de las empresas contratadas no acudió a sus puestos o llegó en cantidades insuficientes, dejando desprotegidos los recintos y obligando a su cierre temporal.
La situación generó un caos que no pasó desapercibido. Turistas, tanto nacionales como extranjeros, expresaron su frustración al encontrar cerrados museos tan importantes como el Nacional de Antropología, galardonado recientemente con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2025. Los trabajadores del INAH, por su parte, responsabilizaron directamente al director general del instituto, Diego Prieto, y al titular de seguridad, Pedro Velázquez Castro, por lo que calificaron como una decisión irresponsable.
El sindicato del INAH no se quedó callado. Denunciaron que las empresas privadas, como SSS Asistencia y Supervisión y Sistemas Prácticos en Seguridad Privada, carecen de la preparación necesaria para proteger el patrimonio cultural. Según los trabajadores, estas compañías contrataron personal con mínimos requisitos, como educación secundaria, sin conocimiento de las leyes y reglamentos que rigen la seguridad de los museos.
La presidenta Claudia Sheinbaum, cuestionada durante su conferencia matutina, reconoció no tener un reporte inicial sobre el cierre de los museos, pero aseguró que se investigaría. Horas después, se anunció que la Policía Auxiliar retomaría el control de la seguridad en los recintos, en coordinación con la Secretaría de Cultura y el gobierno capitalino, para garantizar la reapertura inmediata.
Diego Prieto, director del INAH, admitió las fallas de las empresas privadas y prometió sanciones que podrían incluir multas o la rescisión de contratos. También señaló que, en el futuro, se priorizarán servicios de seguridad públicos, como la Policía Auxiliar o el Servicio de Protección Federal, para evitar que se repita este desorden.
La intervención de Sheinbaum fue clave para resolver la crisis, aunque no sin críticas. Algunos trabajadores y sindicatos acusaron al gobierno federal de actuar con lentitud y de no prever las consecuencias de privatizar servicios esenciales en instituciones culturales. La promesa de apoyo total para mejorar la vigilancia, sin reparar en costos, busca calmar los ánimos, pero el daño a la imagen de los museos ya está hecho.
Mientras los recintos reabren, el episodio deja un mal sabor de boca. La falta de personal capacitado y la improvisación en la gestión de seguridad han puesto en riesgo el patrimonio cultural de México, justo en un momento en que el Museo Nacional de Antropología recibe reconocimientos internacionales. La pregunta que queda es si estas medidas de emergencia serán suficientes para evitar futuros cierres.