El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, llegará este viernes a Groenlandia para visitar la base militar de Pituffik, en un movimiento que intensifica las tensiones con Dinamarca y el gobierno local. La visita ocurre mientras Donald Trump insiste en que la isla debe pasar a control estadounidense por motivos de seguridad nacional.
Originalmente, la esposa de Vance, Usha, planeaba un viaje más amplio que incluía eventos culturales, como una carrera de trineos. Sin embargo, tras críticas de las autoridades groenlandesas y danesas, el itinerario se limitó a la base militar, un cambio que busca reducir el impacto diplomático, aunque no elimina las sospechas.
El primer ministro interino de Groenlandia, Múte Egede, calificó la visita como una provocación, especialmente por coincidir con negociaciones para formar gobierno tras elecciones recientes. Dinamarca, por su parte, ve el acto como una presión inaceptable, aunque acepta que Vance visite territorio bajo control estadounidense.
Trump ha reiterado su interés en Groenlandia, argumentando que su posición estratégica es vital clave para la seguridad de Estados Unidos. Esta postura ha generado rechazo unánime entre los partidos groenlandeses, que defienden su autonomía y rechazan cualquier anexión.
La base de Pituffik, que Vance visitará, es un punto clave para la vigilancia espacial y de misiles, lo que refuerza el valor estratégico que Washington le otorga a la isla. Sin embargo, la visita no incluye reuniones oficiales con líderes locales, lo que subraya su carácter simbólico.
A pesar de las tensiones, el ministro de Exteriores danés, Lars Løkke Rasmussen, celebró la reducción del itinerario como una desescalada. Aun así, el viaje mantiene viva la controversia sobre las intenciones de Trump en la región ártica.