Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado y figura clave de Morena, no puede ocultar su orgullo tras recibir una nueva invitación para participar en una cumbre europea. El evento, organizado por el Consejo de Europa, está programado para el 10 de abril y, esta vez, el senador intervendrá de forma virtual. Su ego parece inflarse con cada reconocimiento internacional, mientras presume logros que, según él, son un golpe a sus detractores.
Apenas ocho días después de su viaje a Estrasburgo, Francia, donde se codeó con líderes parlamentarios europeos, Noroña vuelve a ser convocado. En aquella ocasión, defendió la polémica reforma judicial de México, un tema que ha generado división y críticas dentro y fuera del país. Ahora, desde la comodidad de su oficina, planea seguir proyectando su imagen como un político influyente en el escenario global.
El morenista no perdió oportunidad de destacar que esta invitación es un “logro importante” y una muestra de que sus esfuerzos trascienden fronteras. Sin embargo, su insistencia en alardear sobre estas participaciones levanta sospechas sobre si busca más reflectores personales que beneficios reales para México. Mientras tanto, el Senado sigue estancado en debates clave.
Criticado por su opacidad en el uso de recursos públicos para viajes anteriores, Noroña parece más interesado en pulir su imagen que en rendir cuentas. Su participación virtual podría ser una estrategia para evitar cuestionamientos sobre nuevos gastos, pero no hay duda de que usará esta plataforma para reforzar su narrativa de líder intocable. La pregunta es cuánto de esto beneficia al país y cuánto es solo para su propio pedestal.