En un nuevo capítulo de la crisis de inseguridad que azota Chihuahua, la Fiscalía General del Estado ha entregado los restos de ocho personas encontradas en fosas clandestinas en la zona noroeste. Los cuerpos, localizados entre diciembre de 2024 y marzo de 2025, son apenas una fracción de los 91 restos humanos descubiertos en la región, donde la violencia ligada al crimen organizado no da tregua.
Entre los identificados están Esteban J. C., de 56 años, y Manuel Alejandro J. R., de 24, ambos reportados como desaparecidos el 20 de septiembre de 2024 en Casas Grandes. También se entregaron los restos de José P. G., Lorenzo R. O., Manuel Ricardo G. A. y José Armando S. V., este último de 21 años, cuya muerte conmocionó a su comunidad, según publicaciones en redes sociales.
El hallazgo de estas narcofosas comenzó en diciembre pasado en Ascensión, donde se encontraron 12 cuerpos en 11 fosas. Las búsquedas continuaron hasta marzo, revelando un panorama desolador: restos desmembrados, osamentas y cuerpos en descomposición, muchos aún sin identificar. La región de Casas Grandes, especialmente en áreas como Mesa de la Avena y El Willy, se ha convertido en un cementerio clandestino.
A pesar de los esfuerzos de la Dirección de Servicios Periciales y Ciencias Forenses, solo 31 de los 91 cuerpos han sido identificados y entregados a sus familias. La lentitud en los procesos de identificación genética y la falta de avances en las investigaciones han generado frustración entre los familiares de las víctimas.
El fiscal general, César Jáuregui, atribuyó estas muertes al grupo delictivo conocido como La Línea, pero hasta ahora no hay un solo detenido por estos crímenes. La impunidad es total: ni una orden de aprehensión ha sido ejecutada, dejando en evidencia la incapacidad de las autoridades para frenar la violencia.
La situación se agrava con nuevas desapariciones. Desde enero de 2025, se reportan 22 personas más desaparecidas en la zona noroeste, incluyendo a Perla Rubí Coss González, vista por última vez en febrero. La lista de ausentes sigue creciendo, mientras las autoridades parecen desbordadas.
Las narcofosas no son un problema nuevo. Desde 2010, se han recuperado 111 cuerpos en 80 fosas en la región, lo que representa solo el 36% de los aproximadamente 300 desaparecidos desde 2008. Esto evidencia un patrón de violencia sistemática que las autoridades no han sabido controlar.
La falta de acción no solo perpetúa el dolor de las familias, sino que alimenta la percepción de un estado fallido en materia de seguridad. Mientras los restos de las víctimas son entregados, las investigaciones no avanzan, y los responsables siguen libres, operando en las sombras.
La comunidad de Casas Grandes y Ascensión vive bajo el temor constante. Los hallazgos de fosas, los enfrentamientos armados y la ausencia de justicia pintan un panorama sombrío para una región que clama por paz y respuestas.
Este caso es un recordatorio de la crisis de inseguridad que atraviesa Chihuahua, donde la violencia del crimen organizado sigue cobrando vidas sin que las autoridades logren poner un alto a esta tragedia.

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La Fiscalía de Chihuahua entrega ocho cuerpos hallados en narcofosas, pero la impunidad reina en el caso
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