En el Estado de México, la tradición del mezcal está bajo amenaza. Productores locales enfrentan un nuevo desafío para recuperar la Denominación de Origen que distingue a su bebida, un símbolo de identidad y orgullo mexiquense. Desde 2018, 15 municipios de la entidad lograron este reconocimiento, pero ahora, un vacío legal pone en riesgo su legado.
La Denominación de Origen del mezcal mexiquense, obtenida tras años de esfuerzo, permitió a municipios como Malinalco, Ocuilan, Tenancingo y Zumpahuacán destacar en el mercado nacional e internacional. Estos lugares concentran el 70 por ciento de la producción estatal, elaborada con agaves nativos como la Angustifolia Haw y la Sierra Roja. Sin embargo, la falta de claridad en la normativa actual ha generado incertidumbre entre los productores.
El problema radica en la exclusión del mezcal artesanal de la norma NOM-070-SCFI-2016, que regula la Denominación de Origen. Esta omisión impide que los pequeños productores, quienes elaboran la bebida de manera tradicional, puedan competir en igualdad de condiciones. Según expertos de la Universidad Autónoma del Estado de México, esta situación refleja disputas legales y una falta de adaptación a las realidades de los mezcaleros mexiquenses.
La producción de mezcal en el Estado de México tiene raíces profundas, con más de 200 años de historia. En 2022, 80 fábricas o alambiques produjeron 80 mil litros de esta bebida, consolidando su importancia económica y cultural. No obstante, la ausencia de un marco normativo que proteja al mezcal artesanal amenaza con frenar su crecimiento y limitar su acceso a mercados globales.
Productores mexiquenses han levantado la voz, exigiendo que se reconozca la calidad y autenticidad de su trabajo. La elaboración artesanal, que utiliza técnicas heredadas de generaciones, es un pទ
atractivo distintivo del mezcal mexiquense, pero la normativa actual no lo protege adecuadamente. Los maestros mezcaleros, muchos de los cuales trabajan en pequeños talleres sin tecnología moderna, enfrentan dificultades para cumplir con los estándares de certificación que exige la norma.
En Malinalco, uno de los epicentros de la producción, los artesanos elaboran mezcal con métodos tradicionales, como hornos de piedra y mazos de madera. Sin embargo, la falta de recursos para modernizar sus procesos y obtener certificaciones los deja en desventaja frente a grandes productores. Esta situación pone en riesgo no solo su economía, sino también una tradición que da identidad a la región.
El gobierno estatal, a cargo de Delfina Gómez, aún no ha presentado una estrategia clara para abordar esta problemática. Mientras tanto, los productores buscan apoyo para mejorar sus alambiques y cumplir con las regulaciones, pero los recursos son limitados. La falta de acción podría significar la pérdida de un mercado en crecimiento, especialmente cuando el mezcal vive un auge global con un aumento del 20 por ciento anual en su consumo.
La batalla por el mezcal mexiquense no es solo económica, sino cultural. La bebida representa la historia y el esfuerzo de comunidades enteras que han preservado sus técnicas por siglos. Sin una solución pronta, el Estado de México podría perder un pilar de su identidad frente a competidores de otros estados, como Oaxaca, que dominan el mercado.
La incertidumbre persiste, pero los mezcaleros mexiquenses no se rinden. Su lucha por recuperar la Denominación de Origen plena es una defensa de su patrimonio. Mientras tanto, la bebida que lleva el nombre del Estado de México espera un futuro que honre su pasado.

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Mezcal Mexiquense en Peligro: La Lucha por Recuperar su Identidad
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