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Protestas en Sinaloa claman por paz mientras Sheinbaum ignora el caos

En un nuevo capítulo de la crisis que azota Sinaloa, cientos de ciudadanos salieron a las calles de Culiacán para exigir una agenda por la paz durante la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum. Con mantas y consignas, los manifestantes expresaron su hartazgo ante la escalada de violencia que ha dejado un rastro de sangre y miedo en el estado.
Las protestas, cargadas de indignación, se centraron en la incapacidad del gobierno federal y estatal para frenar la ola de inseguridad. Las mantas desplegadas en puntos clave de la ciudad señalaban directamente a las autoridades, acusándolas de inacción frente a los enfrentamientos entre facciones del crimen organizado que han sumido a Sinaloa en el caos.
La visita de Sheinbaum, lejos de apaciguar los ánimos, avivó las críticas. Los manifestantes denunciaron que la presidenta no pisó Culiacán, epicentro de la violencia, lo que fue interpretado como una muestra de indiferencia ante el sufrimiento de las familias sinaloenses.
La inseguridad en Sinaloa ha alcanzado niveles alarmantes. Desde la detención de Ismael “El Mayo” Zambada en julio de 2024, los enfrentamientos entre grupos criminales han dejado más de 650 muertos y cientos de desaparecidos, según reportes oficiales. Los ciudadanos exigen respuestas concretas, no promesas vacías.
El gobierno de Morena, tanto a nivel federal como estatal, enfrenta un creciente rechazo. Las mantas en Culiacán también apuntaron al gobernador Rubén Rocha Moya, a quien se le acusa de no tener control sobre la situación. La frase “Exigimos una agenda por la paz” resonó como un grito desesperado de una población que vive bajo el temor constante.
Sheinbaum, por su parte, ha minimizado los señalamientos. En conferencias recientes, ha insistido en que su estrategia de seguridad está funcionando, aunque los números y el clamor popular dicen lo contrario. Los manifestantes cuestionan la efectividad de enviar más tropas sin un plan claro para pacificar el estado.
La violencia no solo ha cobrado vidas, sino también el tejido social de Sinaloa. Empresarios, como el director de Coppel, han expresado su preocupación por el impacto económico de la inseguridad, mientras que las familias lloran a sus seres queridos y exigen justicia.
La falta de diálogo directo con los ciudadanos durante la visita de Sheinbaum ha profundizado la desconfianza. Los sinaloenses sienten que sus voces no son escuchadas, y las protestas se han convertido en el único medio para visibilizar su desesperación.
Este episodio refleja una crisis más amplia en el país, donde la estrategia de seguridad del gobierno de Morena sigue sin dar resultados. Mientras las balas continúan resonando en Sinaloa, la pregunta persiste: ¿hasta cuándo seguirá el abandono de las autoridades?
La población de Sinaloa no pide favores, exige soluciones. Las mantas en las calles son un recordatorio de que la paz no se construye con discursos, sino con acciones concretas que devuelvan la tranquilidad a un estado que vive bajo la sombra del crimen.

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