En un operativo que sacudió el desierto de Sonora, Eleazar Pulido Landeros, conocido como “Delta 10” o “El Chachis”, fue encontrado sin vida en Pitiquito. Este líder criminal, vinculado al asesinato del exmarine estadounidense Nicholas Douglas Quets, era un objetivo prioritario para México y Estados Unidos. Su muerte marca un capítulo crucial en la lucha contra el crimen organizado en la región.
La noticia de la caída de Pulido Landeros ha generado revuelo. Según las autoridades, este evento señala la posible desarticulación de “Los Deltas”, una célula criminal ligada a “Los Chapitos”, facción del Cártel de Sinaloa. La violencia en Sonora, lejos de disminuir, parece intensificarse con enfrentamientos entre grupos rivales que buscan el control del territorio.
El ataque que terminó con la vida de “Delta 10” fue perpetrado por un grupo criminal rival, según reportes oficiales. Este hecho pone en evidencia la fragilidad de las estructuras de seguridad en la zona, donde los enfrentamientos armados son cada vez más frecuentes. La falta de una estrategia efectiva para contener la violencia sigue siendo un reclamo constante.
Pulido Landeros no era un delincuente común. Sobre él pesaban órdenes de aprehensión por homicidio calificado con alevosía y ventaja, además de asociación delictuosa. Su historial delictivo lo convirtió en una figura clave en la lista de los más buscados, con operativos conjuntos entre autoridades mexicanas y estadounidenses para dar con su paradero.
La muerte de “Delta 10” se produce en un contexto de creciente inseguridad en Sonora. Apenas semanas atrás, la fuga de otro capo, Salu Hernández, alias “El Ponchis”, del Cereso 1 en Hermosillo, expuso las fallas en el sistema penitenciario. Estos eventos refuerzan la percepción de que el control del crimen organizado sigue siendo un desafío monumental.
Las autoridades estatales han presumido este golpe como un avance significativo. La Fiscalía General de Justicia de Sonora afirmó que la eliminación de “Los Deltas” podría debilitar las operaciones del Cártel de Sinaloa en la región. Sin embargo, la historia reciente demuestra que la caída de un líder suele dar paso a nuevos conflictos por el poder.
La colaboración entre México y Estados Unidos en la persecución de Pulido Landeros destaca la dimensión binacional del problema. El asesinato de Nicholas Douglas Quets, un exmarine, elevó la presión para capturar al líder criminal. Este caso refleja cómo la violencia en México trasciende fronteras, afectando incluso a ciudadanos extranjeros.
Mientras tanto, la ciudadanía en Sonora vive bajo la sombra de la inseguridad. Los enfrentamientos entre grupos criminales no solo amenazan la paz, sino que también afectan la economía y el turismo en la región. La pregunta que queda en el aire es si este golpe realmente marcará un punto de inflexión o si es solo una pausa en la interminable guerra contra el narco.
El gobierno de Sonora, encabezado por Alfonso Durazo, enfrenta críticas por la falta de resultados concretos en materia de seguridad. Aunque se celebran operativos como este, la realidad en las calles sigue siendo alarmante. La población exige acciones más contundentes para frenar la ola de violencia que no da tregua.
La caída de “Delta 10” es un recordatorio de que el crimen organizado no descansa. Mientras las autoridades presumen victorias, los ciudadanos esperan soluciones reales. La lucha contra el narco en México sigue siendo un camino lleno de obstáculos, donde cada paso adelante parece venir acompañado de nuevos retos.

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Capo abatido en Sonora: ¿El fin de Los Deltas?
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