La violencia en México no da tregua: este miércoles, los cuerpos de cuatro hombres fueron encontrados sin vida en una carretera de Guerrero, envueltos en bolsas negras y con signos de haber sido baleados. El hallazgo ocurrió en la Costa Grande, cerca de la comunidad de Lagunillas, en el municipio de La Unión, un punto que se suma a la lista de zonas afectadas por la inseguridad.
Tres de las víctimas eran comerciantes del Estado de México que habían sido secuestrados el pasado 20 de marzo en Tecpan, mientras entregaban mercancía. José Mario Ramírez Talavera, de 24 años, José Óscar Ortiz Villaseñor, de 28, y Ricardo Ramírez Ruiz, de 39, fueron identificados como parte de este trágico desenlace. Sus cuerpos, en estado de descomposición, evidencian la brutalidad del crimen.
El cuarto hombre aún no ha sido identificado, pero el caso se agrava con un detalle escalofriante: el padre de uno de los comerciantes, Mauricio Ramírez, junto a otro hijo y un amigo, también fueron asesinados mientras buscaban a los desaparecidos. Este hecho pone en evidencia la impotencia de las familias y la falta de respuesta efectiva de las autoridades.
La Fiscalía de Guerrero había emitido fichas de búsqueda para los comerciantes, pero el resultado fue el peor posible. Los cuerpos fueron hallados a las 4 de la mañana, tirados en fila sobre la carretera, un mensaje claro de los grupos criminales que operan sin control en la región.
La Costa Grande se ha convertido en un foco rojo de violencia, donde la delincuencia organizada actúa con total impunidad. Este caso refleja el colapso de la seguridad en el país, con ciudadanos indefensos y un gobierno que no logra frenar la ola de crímenes que azota a estados como Guerrero.
La pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo seguirán las autoridades sin dar soluciones reales a esta crisis? Los comerciantes y sus familias pagaron el precio más alto, mientras la carretera Zihuatanejo-Lázaro Cárdenas se tiñe nuevamente de sangre.