En un hecho que ha conmocionado a Tijuana, una mujer de 39 años, identificada como Wendy, fue asesinada dentro del Hospital General mientras recibía atención médica. El crimen ocurrió la tarde del miércoles 21 de mayo, cuando dos hombres vestidos como enfermeros irrumpieron en el área de urgencias y le dispararon en la cabeza. La víctima no tuvo oportunidad de sobrevivir.
Wendy había sido ingresada al hospital el día anterior, tras ser atacada a balazos en la colonia Ignacio Ramírez. Con heridas en el brazo, abdomen y rodilla, estaba bajo cuidado médico cuando los agresores, aprovechando sus disfraces, lograron evadir la seguridad del hospital. Este audaz acto ha puesto en evidencia la fragilidad de los controles en instalaciones públicas.
Los atacantes, según reportes, portaban uniformes verdes similares a los del personal de salud, lo que les permitió pasar desapercibidos. Una vez dentro, localizaron a la víctima y ejecutaron el homicidio con precisión. Uno de los sicarios fingió hablar por teléfono antes de disparar, según captaron las cámaras de seguridad.
El ataque desató una inmediata movilización de corporaciones policiacas, pero los responsables lograron escapar sin ser detenidos. La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal confirmó que se encontraron varios casquillos en el lugar, lo que indica la violencia del acto. Las autoridades ya iniciaron una investigación para dar con los culpables.
Este crimen no es un caso aislado en Tijuana, una ciudad que enfrenta una ola de violencia imparable. Con más de 2 mil asesinatos al año, la urbe fronteriza supera por mucho a otras ciudades de similar tamaño. La impunidad en estos casos sigue siendo un problema que agrava la inseguridad en la región.
La falta de acción efectiva por parte de las autoridades locales y federales ha generado indignación entre los ciudadanos. La facilidad con la que los sicarios ingresaron a un hospital público pone en tela de juicio las medidas de seguridad en sitios clave. Los habitantes exigen respuestas y soluciones inmediatas.
Este incidente recuerda otros casos similares, como el asesinato de un paciente en un hospital de Ciudad Juárez en 2020, donde sicarios disfrazados también burlaron la seguridad. La repetición de estos patrones evidencia un problema estructural en el sistema de seguridad pública.
La muerte de Wendy no solo es una tragedia personal, sino un reflejo del colapso en la seguridad de Tijuana. Mientras los responsables sigan libres, la confianza en las instituciones se debilita. La ciudadanía espera que este caso no quede en la impunidad, como tantos otros en la ciudad.

Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.
Sicarios disfrazados de enfermeros asesinan a una mujer en un hospital de Tijuana
Compartir: