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Un acuerdo histórico para enfrentar la próxima pandemia global

Los países miembros de la Organización Mundial de la Salud han dado un paso sin precedentes al adoptar el Tratado Global sobre Pandemias, un acuerdo que busca equipar al mundo con herramientas para prevenir, prepararse y responder ante futuras crisis sanitarias. Este pacto, aprobado durante la Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra, marca un hito en la cooperación internacional para enfrentar amenazas que, según la comunidad científica, son inevitables.
Este tratado es el segundo instrumento legal internacional en el ámbito de la salud pública, siguiendo el precedente del acuerdo contra el tabaquismo adoptado hace dos décadas. Su aprobación, lograda por consenso, fue celebrada con una ovación por las delegaciones nacionales, especialmente tras la amenaza del gobierno de Eslovaquia de exigir una votación, lo que pudo haber roto la unidad alcanzada tras tres años de intensas negociaciones.
La pandemia de COVID-19 dejó lecciones dolorosas, con pérdidas humanas masivas y un impacto económico que superó los 12 billones de dólares, según el Fondo Monetario Internacional. Conscientes de estas fallas, los países decidieron que era imperativo crear un marco legal para evitar que se repitan los errores del pasado, como la distribución desigual de recursos médicos y la falta de coordinación global.
Uno de los pilares del acuerdo es la creación de un mecanismo para compartir patógenos y datos genéticos de manera rápida y equitativa. Esto asegura que los países que proporcionen muestras, como ocurrió con Sudáfrica durante la variante ómicron del COVID-19, tengan acceso a los beneficios derivados, ya sean vacunas, diagnósticos u otros recursos médicos.
Además, el tratado establece la Red Global de Logística y Suministros, diseñada para evitar el colapso en la distribución de productos esenciales visto durante la pandemia. Países de África, por ejemplo, enfrentaron retrasos de semanas o meses para recibir mascarillas y pruebas, mientras otras regiones acumulaban excedentes. Esta red busca priorizar las necesidades sanitarias por encima de intereses comerciales o geopolíticos.
El acuerdo también promueve el principio de “una sola salud”, reconociendo la interconexión entre la salud humana, animal y ambiental. Esto implica una vigilancia coordinada para prevenir brotes zoonóticos, que representan una de las mayores amenazas pandémicas. Los fabricantes farmacéuticos, por su parte, se comprometen a destinar el 20% de su producción de vacunas y terapias a la OMS en caso de emergencia.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, calificó este acuerdo como una victoria para la salud pública y la acción multilateral. En sus palabras, el mundo está ahora mejor protegido contra futuras pandemias, y el tratado refleja un compromiso global para no repetir las pérdidas humanas y económicas sufridas durante el COVID-19.
A pesar de su importancia, el tratado enfrentó desafíos, incluyendo campañas de desinformación que afirmaban que la OMS impondría medidas como confinamientos o vacunaciones obligatorias. El texto, sin embargo, deja claro que respeta la soberanía nacional, permitiendo a cada país decidir sus propias medidas sanitarias.
Otro aspecto innovador es la exigencia de condiciones para el uso de fondos públicos en investigación, como garantizar precios asequibles y compartir tecnologías. Esto busca que los avances científicos beneficien a todos, especialmente a países con menos recursos, evitando las inequidades vistas en el pasado.
El Tratado Global sobre Pandemias representa un esfuerzo colectivo para construir un mundo más seguro y equitativo. Aunque carece de medidas obligatorias, establece un marco que fomenta la colaboración internacional, la transparencia y la preparación, con la esperanza de que la próxima pandemia no encuentre al mundo desprevenido.

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