La presidenta Claudia Sheinbaum protagonizó un nuevo capítulo en la relación México-Estados Unidos al recibir este lunes en Palacio Nacional a Ronald Johnson, el flamante embajador estadounidense. La ceremonia, cargada de simbolismo, marca el inicio de una etapa que promete ser turbulenta, dado el perfil polémico del diplomático y los roces recientes entre ambos países.
Johnson, un exmilitar y exagente de la CIA, presentó sus cartas credenciales en un evento donde también estuvieron presentes embajadores de Colombia, República Dominicana, Argelia y Eslovaquia. Sin embargo, la atención se centró en él, pues su llegada ocurre en un contexto de desconfianza mutua, alimentada por las políticas de Donald Trump y las posturas nacionalistas de Morena.
El nuevo embajador no es un desconocido en la región. Durante su paso como embajador en El Salvador, Johnson se alineó con Nayib Bukele, lo que genera especulaciones sobre su postura frente al gobierno de Sheinbaum. Su experiencia en operaciones especiales y seguridad lo convierte en una figura clave para las prioridades de Washington: migración y narcotráfico.
La recepción de las cartas credenciales fue breve, según lo anunciado por la propia Sheinbaum. La presidenta evitó tocar temas espinosos como las recientes acusaciones de intervencionismo estadounidense o la polémica por el supuesto operativo antidrogas en Sinaloa, desmentido por ella misma. En cambio, insistió en buscar una relación de “respeto y colaboración”.
Sin embargo, las palabras de la mandataria no logran disipar las dudas. La designación de Johnson, ratificado por el Senado de Estados Unidos en abril, parece un mensaje claro de la administración Trump: México está bajo la lupa. Su historial en la CIA y su cercanía con figuras autoritarias levantan alertas sobre posibles presiones externas.
La relación bilateral ya enfrenta retos significativos. Desde la propuesta de gravar remesas hasta las tensiones por el T-MEC, el gobierno de Sheinbaum se ve obligado a navegar en aguas turbulentas. La presidenta ha delegado en el canciller Juan Ramón de la Fuente las futuras negociaciones con Johnson, pero el panorama no luce sencillo.
El encuentro en Palacio Nacional también sirvió para que Sheinbaum reafirmara su narrativa de soberanía. En semanas recientes, la mandataria ha rechazado cualquier insinuación de intervención extranjera, especialmente tras las declaraciones de Johnson en el Senado estadounidense, donde dejó abierta la posibilidad de acciones unilaterales contra el crimen organizado.
Mientras tanto, la ciudadanía observa con escepticismo. La llegada de un embajador con un perfil tan marcado en seguridad y operaciones encubiertas no pasa desapercibida. ¿Será este el inicio de una relación de cooperación o de nuevos conflictos? El tiempo lo dirá, pero la sombra de las diferencias políticas ya se cierne sobre México y Estados Unidos.
La ceremonia de este lunes, aunque protocolaria, pone en evidencia las fricciones de una relación bilateral que no admite errores. Con Morena al frente del gobierno, cualquier paso en falso podría alimentar las críticas sobre su manejo de la política exterior. Johnson, por su parte, ya tiene la mesa servida para un desafío diplomático de alto calibre.

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¡SHEINBAUM RECIBE AL NUEVO EMBAJADOR DE EE.UU. EN MEDIO DE TENSIONES!
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