En un nuevo capítulo de la ola de inseguridad que azota Chihuahua, autoridades estatales recuperaron cinco vehículos robados en el municipio de Guadalupe y Calvo. El hallazgo se dio durante un operativo en la zona serrana, pero deja en evidencia la falta de control en la región.
La operación, realizada al mediodía en el seccional La Catedral, kilómetro 172, fue encabezada por la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE) junto con la Secretaría de la Defensa Nacional. Los vehículos estaban abandonados, obstruyendo una brecha, lo que levantó sospechas inmediatas.
Al inspeccionar, las autoridades confirmaron que los cinco automóviles tenían reporte de robo. Se trata de un Toyota Raize 2022, una Dodge Ram, un Chevrolet Malibú, una Ford Ranger 2021 y una Chevrolet Silverado 2015. Todos fueron asegurados para investigación.
Pero eso no fue todo. En un sexto vehículo, las autoridades encontraron un arma larga y material balístico útil. Este hallazgo pone en alerta sobre la presencia de grupos armados en la zona, un problema que parece no tener freno.
Guadalupe y Calvo, ubicado en la Sierra Tarahumara, ha sido escenario constante de violencia y delincuencia. Los operativos como este, aunque necesarios, parecen insuficientes para contener la inseguridad que afecta a los habitantes de la región.
Los vehículos y el armamento ya están en manos del Ministerio Público, que ahora deberá esclarecer cómo terminaron ahí y quiénes están detrás de estos delitos. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo seguirán estas escenas en Chihuahua?
La ciudadanía, cansada de promesas vacías, exige respuestas concretas. La recuperación de estos vehículos es solo un parche en un problema mucho mayor que el gobierno no ha logrado resolver.
Este caso se suma a otros reportes de robos y violencia en la entidad, donde la delincuencia parece actuar con total impunidad. Mientras tanto, las autoridades siguen sin presentar una estrategia clara para devolver la tranquilidad a la población.
La situación en Guadalupe y Calvo es un reflejo de lo que viven muchas comunidades en México: el miedo constante y la sensación de abandono por parte de quienes deberían protegerlas.