En un giro que sacude los pasillos del poder, el diputado de Morena Cuauhtémoc Blanco se defendió con uñas y dientes de las graves acusaciones en su contra. Durante una reunión privada de su partido, el exfutbolista aseguró que no es “asesino, ratero ni violador”, mientras sus compañeras de bancada lo respaldaban con gritos de apoyo.
Pero no todo fue camaradería. La diputada Meggie Salgado lanzó un dardo envenenado, acusándolo de amenazas y cuestionando su “carita de oveja”. Según ella, Blanco la intimidó por teléfono, algo que dice haber callado por lealtad al movimiento, aunque sus hijas fueron testigos.
El caso tomó otro rumbo cuando 145 de 146 diputadas de Morena votaron por desechar el dictamen de desafuero contra Blanco, acusado de intento de violación. En solo cinco minutos, el exgobernador de Morelos logró revertir el panorama a su favor.
Desde la tribuna, Blanco insistió en su inocencia y señaló una supuesta venganza del exfiscal de Morelos, Uriel Carmona. Mientras tanto, Salgado lo increpó, diciendo que debe asumir las consecuencias de sus actos, sean ciertos o no los cargos.
La votación final en el pleno, con 291 a favor y 158 en contra, dio carpetazo al expediente. Un triunfo para Blanco, pero también un episodio que deja en el aire preguntas sobre la justicia y el poder dentro de Morena.