José “Pepe” Mujica, el expresidente de Uruguay conocido por su sencillez y sabiduría, dejó una huella imborrable en Guadalajara durante su visita en 2019. Invitado por la Universidad de Guadalajara y la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, Mujica cautivó a miles con un mensaje que combinó reflexión política, crítica al consumismo y un llamado a la humanidad. Su presencia en la capital jalisciense fue un momento que trascendió fronteras, mostrando su capacidad para conectar con audiencias de todas las edades.
Nacido en Montevideo en 1935, Mujica tuvo una vida marcada por la lucha. En los años 60, se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla que lo llevó a pasar 14 años en prisión, muchos de ellos en condiciones inhumanas. Lejos de quebrarlo, esa experiencia moldeó su filosofía de vida, basada en la austeridad y la empatía. En Guadalajara, compartió anécdotas de esos años, recordando cómo la adversidad lo enseñó a valorar lo esencial.
Como presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, Mujica se ganó el apodo de “el presidente más pobre del mundo”. Rechazó vivir en el palacio presidencial, mantuvo su vieja casa en las afueras de Montevideo y donó gran parte de su salario. En su charla en el Paraninfo Enrique Díaz de León, criticó el consumismo desenfrenado, asegurando que “la verdadera riqueza está en el tiempo libre y las relaciones humanas”. Su mensaje resonó profundamente en un público que lo ovacionó de pie.
Durante su visita, Mujica también participó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde fue recibido como una figura de culto. Su conferencia, titulada “La libertad del hombre”, abordó temas como la desigualdad, el medio ambiente y la necesidad de un cambio cultural global. Habló con una claridad que desarmaba, sin tecnicismos, directo al corazón de quienes lo escuchaban. Los estudiantes, en particular, lo adoptaron como un símbolo de resistencia y coherencia.
El impacto de Mujica en Guadalajara no se limitó a sus palabras. Su estilo de vida, encarnado en pequeños gestos como viajar sin lujos y hablar sin filtros, inspiró a muchos a repensar sus prioridades. En un mundo obsesionado con el éxito material, Mujica recordaba que “ser libre es gastar poco y necesitar menos”. Esta idea, repetida en sus charlas, se convirtió en un mantra para quienes lo escucharon en Jalisco.
La relación de Mujica con México fue especial. Además de su visita a Guadalajara, asistió a eventos clave como la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador en 2018 y recibió un doctorado honoris causa de la Universidad Iberoamericana en 2019. En cada ocasión, mostró admiración por la lucha del pueblo mexicano, aunque no dudó en advertir sobre los riesgos de la polarización y el poder desmedido.
A pesar de su frágil salud en los últimos años, Mujica mantuvo su compromiso con las causas sociales. Diagnosticado con cáncer de esófago en 2024, enfrentó la enfermedad con la misma serenidad que marcó su vida. En Guadalajara, dejó un mensaje que aún resuena: “No se trata de cambiar el mundo de un día para otro, sino de sembrar ideas que germinen en el futuro”.
El legado de Pepe Mujica trasciende fronteras. En Guadalajara, su visita fue un recordatorio de que la política puede ser humana, cercana y honesta. Sus palabras, cargadas de experiencia y esperanza, siguen inspirando a quienes buscan un mundo más justo. Aunque ya no esté físicamente, su ejemplo permanece como un faro para las nuevas generaciones.

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Pepe Mujica, el ícono de la humildad que conmovió a Guadalajara con su legado
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