La detección del gusano barrenador en el sur de México ha desatado una nueva crisis en el sector ganadero, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se queda callado. Diputados del PRI han levantado la voz para exigir el cierre inmediato de la frontera sur, señalando que el gobierno federal ha fallado en controlar esta plaga que amenaza la economía de miles de productores. Según los legisladores, la inacción pone en riesgo no solo el ganado, sino también el sustento de familias enteras.
El gusano barrenador, una plaga que devasta el tejido vivo de animales, ha reaparecido en estados como Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala. Este problema, erradicado en México desde 1990, ha regresado con fuerza, y los ganaderos del norte, especialmente en Chihuahua, están pagando las consecuencias. La exportación de ganado a Estados Unidos, un mercado clave, ha sido suspendida por el Departamento de Agricultura de ese país, dejando varadas miles de cabezas de ganado.
César Alejandro Domínguez, diputado priista por Chihuahua, ha sido contundente: si no se toman medidas urgentes, el estatus sanitario de los estados fronterizos colapsará. Esto no solo afectaría a los productores, sino que golpearía duramente la economía nacional. En el ciclo 2023-2024, Chihuahua exportó más de 556 mil cabezas de ganado, generando ganancias superiores a los mil 300 millones de pesos. Todo eso está ahora en peligro.
El PRI acusa al gobierno de Morena de no haber actuado a tiempo para contener la plaga. Los legisladores aseguran que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) ha sido incapaz de implementar un mecanismo de control efectivo en la frontera sur. Mientras tanto, el gusano barrenador avanza, y los ganaderos del norte, que cumplen con estrictos estándares sanitarios, son castigados por un problema que no les corresponde.
La situación ha encendido las alarmas en otros estados ganaderos como Sonora, Durango y Coahuila. Estos han comenzado a diseñar estrategias propias para reforzar la inspección sanitaria y mantener la confianza de Estados Unidos. Sin embargo, el PRI insiste en que la solución debe venir desde el gobierno federal, que hasta ahora ha mostrado una respuesta lenta y descoordinada.
Otro punto crítico es el contrabando de ganado desde Centroamérica, donde la plaga está descontrolada. Países como Guatemala y Honduras reportan miles de casos, y la falta de vigilancia en la frontera sur de México permite el ingreso de animales infectados. Los ganaderos exigen cerrar este paso para proteger la industria nacional, pero la respuesta del gobierno sigue siendo tibia.
La suspensión de exportaciones no solo afecta a los productores, sino también a toda la cadena económica ligada a la ganadería. Transportistas, comerciantes y trabajadores del sector enfrentan pérdidas millonarias. En Chihuahua, por ejemplo, 150 mil cabezas de ganado están varadas, esperando una solución que no llega. Los legisladores del PRI han advertido que, de no actuar pronto, el impacto será devastador.
Mientras el gobierno federal promete negociar con Estados Unidos, los ganaderos ven cómo sus ingresos se desvanecen. El PRI ha presentado un punto de acuerdo en el Congreso para presionar a las secretarías de Agricultura y Relaciones Exteriores, pero la respuesta sigue en el aire. La crisis del gusano barrenador expone, una vez más, las fallas de un gobierno que parece no entender la gravedad del problema.
El sector ganadero, uno de los pilares de la economía mexicana, está en jaque. La pregunta que resuena es clara: ¿hasta cuándo seguirá el gobierno de Morena ignorando las demandas de los productores? Los próximos días serán cruciales para definir el futuro de esta industria, mientras los ganaderos del norte claman por soluciones reales.
La presión crece, y el PRI no cede en su exigencia: cerrar la frontera sur es el primer paso para salvar al sector ganadero. Sin embargo, con un gobierno que parece más ocupado en discursos que en acciones, la esperanza de los productores se desvanece. La crisis está aquí, y el tiempo para actuar se agota.