El gobierno de Donald Trump ha anunciado una drástica reducción de vuelos en el Aeropuerto Internacional de Newark, en Nueva Jersey, uno de los más transitados de Estados Unidos. La medida responde a una serie de fallos técnicos que han generado caos en el control del tráfico aéreo, afectando a miles de pasajeros. Según el secretario de Transporte, Sean Duffy, las operaciones se limitarán durante las próximas semanas para evitar más incidentes.
El pasado viernes, un apagón de radar de 90 segundos dejó a los controladores de tráfico aéreo sin comunicación con los aviones, un evento calificado como “potencialmente mortal” por la Asociación de Controladores. Este no es un caso aislado: el 28 de abril ocurrió un incidente similar. Las fallas han expuesto la fragilidad de la infraestructura aérea en Newark, que ya enfrenta una crisis por la falta de personal especializado.
La escasez de controladores de tráfico aéreo es alarmante. En todo el país, hay aproximadamente 3,000 vacantes sin cubrir. En Newark, la situación se agrava porque algunos trabajadores han solicitado licencias por el estrés causado por estos incidentes. Duffy reconoció que la falta de personal ha llevado a retrasos masivos y cancelaciones, afectando la confianza de los viajeros.
Para abordar la crisis, Duffy propone aumentar la edad de jubilación de los controladores de 56 a 61 años. También planea ofrecer un bono del 20% para incentivar a los trabajadores a permanecer en sus puestos. Sin embargo, él mismo admitió que estas medidas no resolverán el problema de inmediato, ya que muchos controladores optan por retirarse tras 25 años de servicio, alrededor de los 50 años.
Las aerolíneas ya están sintiendo el impacto. United Airlines, una de las principales operadoras en Newark, canceló 35 vuelos diarios debido a las limitaciones impuestas por la falta de personal y los fallos técnicos. Los pasajeros han enfrentado demoras de hasta cinco horas, lo que ha generado frustración y críticas hacia la gestión del aeropuerto.
Duffy anunció que se reunirá con las aerolíneas esta semana para determinar la magnitud de los recortes. La reducción será mayor en las tardes, cuando los vuelos internacionales incrementan la carga en el aeropuerto. Esta medida busca garantizar que los vuelos programados puedan operar sin interrupciones, aunque a costa de menos opciones para los viajeros.
La Casa Blanca ha prometido resolver los problemas técnicos en el sistema de control aéreo de Newark para septiembre. Sin embargo, las soluciones a largo plazo, como la modernización de la infraestructura y la capacitación de nuevos controladores, podrían tardar años. Mientras tanto, los pasajeros deberán prepararse para más inconvenientes en uno de los principales centros aéreos del país.
Este caos en Newark pone en evidencia los desafíos que enfrenta el gobierno de Trump en materia de infraestructura y transporte. La reducción de vuelos, aunque necesaria, podría tener un impacto económico significativo en la región, especialmente para las aerolíneas y los negocios que dependen del tráfico aéreo.
La situación ha generado críticas de expertos, quienes señalan que el sistema de control aéreo en Estados Unidos lleva años desactualizado. La Asociación Nacional de Controladores ha pedido mayores inversiones en tecnología y personal, pero las soluciones propuestas hasta ahora parecen insuficientes para resolver la crisis de inmediato.
Mientras el gobierno trabaja en estas medidas, los viajeros enfrentan un panorama incierto. Newark, un punto clave para los vuelos hacia Nueva York, seguirá operando bajo presión, con menos vuelos y la amenaza constante de más fallas técnicas que podrían poner en riesgo la seguridad de miles de pasajeros.

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Gobierno de Trump planea recortar vuelos en Newark tras graves fallas técnicas
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