El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su acercamiento con el líder ruso Vladimir Putin, afirmando que solo él puede detener la guerra en Ucrania. En una entrevista reciente a bordo del Air Force One, Trump destacó haber sostenido conversaciones “muy razonables” con Putin, enfocadas en buscar una solución al conflicto.
Mientras fortalece esta relación, Trump también ha puesto la mira en China, alertando sobre su creciente dominio en la construcción de barcos cargueros. Según el mandatario, Pekín ya controla el 50% de las órdenes mundiales en este sector, lo que considera una amenaza directa a los intereses económicos estadounidenses.
El republicano insiste en que su liderazgo es clave para contrarrestar estas dinámicas globales. Ha prometido una guerra comercial más agresiva contra China, argumentando que es necesario frenar su expansión en industrias estratégicas como la naviera, que podría afectar el empleo y la competitividad de Estados Unidos.
Por su parte, el Kremlin ha reaccionado positivamente a las palabras de Trump. El vocero Dmitry Peskov sugirió que el regreso del magnate a la presidencia podría alterar el statu quo europeo, forzando a las naciones de la OTAN a replantear su postura frente a Rusia y Ucrania.
Este giro diplomático ha generado incertidumbre en los mercados y entre los aliados tradicionales de Washington. La posibilidad de un entendimiento entre Trump y Putin, combinada con una política más dura contra China, podría redefinir el equilibrio de poder en el escenario internacional.