La reciente muerte del papa Francisco, ocurrida el 21 de abril de 2025, marcó un antes y un después en Roma, no solo por el impacto espiritual, sino también por el impresionante movimiento económico que generó. La ciudad eterna se convirtió en el epicentro de atención mundial, recibiendo a millones de fieles, turistas y medios de comunicación.
El flujo masivo de visitantes disparó las reservas de vuelos y hoteles, especialmente durante el periodo de luto y el cónclave que inició el 7 de mayo. Según estimaciones, la derrama económica alcanzó los 451 millones de euros, impulsada por el turismo religioso y los eventos relacionados con el Vaticano.
La afluencia de peregrinos comenzó tras el anuncio del fallecimiento de Francisco, el primer pontífice latinoamericano, quien murió a los 88 años por complicaciones de un derrame cerebral. Su funeral, celebrado en la Basílica de San Pedro, atrajo a líderes mundiales, religiosos y miles de fieles, saturando los servicios turísticos de la ciudad.
Hoteles, restaurantes y comercios locales reportaron un incremento sin precedentes en sus ingresos. Los alojamientos, desde hostales hasta hoteles de lujo, elevaron sus tarifas ante la alta demanda, mientras que los restaurantes cercanos al Vaticano operaron a máxima capacidad durante semanas.
El cónclave, que reunió a 133 cardenales electores para elegir al sucesor de Francisco, prolongó esta bonanza económica. La reunión, realizada en la Capilla Sixtina, mantuvo a Roma bajo los reflectores globales, con periodistas y curiosos abarrotando las calles cercanas a la Plaza de San Pedro.
El transporte también se vio beneficiado. Los Ferrocarriles del Estado Italiano implementaron un plan extraordinario para atender la movilidad, con trenes adicionales y horarios extendidos. Aeropuertos como Fiumicino reportaron un aumento del 30% en el tráfico de pasajeros durante este periodo.
El Año Jubilar, que coincidió con estos eventos, añadió un atractivo adicional para los visitantes. Las actividades religiosas, como el rezo del rosario y las ceremonias en Santa María La Mayor, donde reposan los restos de Francisco, generaron un flujo constante de peregrinos.
A pesar de la tristeza por la pérdida del papa, Roma vivió una reactivación económica notable. La combinación de fervor religioso, cobertura mediática y el interés por el cónclave transformó a la ciudad en un hervidero de actividad comercial.
Este fenómeno no solo resalta la influencia global del Vaticano, sino también el poder del turismo religioso para mover economías. Roma, una vez más, demostró ser un destino único donde la fe y el comercio se entrelazan en momentos históricos.

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La muerte del papa Francisco y el cónclave sacuden Roma con una derrama económica de 451 millones de euros
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