El papa Francisco enfrentó una dura batalla de 38 días contra una neumonía bilateral que lo llevó al hospital Gemelli de Roma el 14 de febrero de 2025. Todo comenzó con una bronquitis que empeoró tras semanas de dificultad para hablar y respirar, marcando el inicio de su hospitalización más prolongada en 12 años de papado.
Los primeros días fueron críticos. Una infección polimicrobiana en las vías respiratorias derivó en neumonía en ambos pulmones, tratada con cortisona y antibióticos. Para el 22 de febrero, su estado se agravó con una crisis asmática que requirió oxígeno de alto flujo, y al día siguiente se detectó una insuficiencia renal inicial, manteniendo su pronóstico reservado.
A pesar de los altibajos, el pontífice mostró signos de mejoría. El 3 de marzo sufrió dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda por acumulación de mucosidad, tratados con broncoscopias y ventilación no invasiva. Aunque lúcido, su condición seguía siendo delicada, con médicos señalando que su vida corrió peligro en dos ocasiones.
El 11 de marzo, el Vaticano reportó estabilidad y leve progreso en su salud. Francisco continuó con terapias respiratorias y oxigenación, manteniendo su rutina de oración y trabajo desde el hospital. Incluso aprobó reformas para una Iglesia más acogedora, demostrando su compromiso a pesar de las circunstancias.
Tras más de cinco semanas internado, el papa fue dado de alta el 24 de marzo. Desde un balcón del hospital, saludó brevemente a los fieles en silla de ruedas, visiblemente frágil pero agradecido. Los médicos indicaron que necesitará al menos dos meses de reposo y rehabilitación para recuperarse por completo.

Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.
Cronología del tratamiento y recuperación del papa Francisco: aspectos clave de su estancia hospitalaria
Compartir: