Petróleos Mexicanos (Pemex) enfrenta una crisis que parece no tener fin. La empresa estatal ha decidido recurrir a una estrategia arriesgada: reabrir pozos cerrados para intentar extraer más petróleo y revertir la caída constante en su producción. Según documentos internos, la petrolera planea tomar decisiones basadas en perfiles de riesgo y perspectivas de producción, pero las dudas sobre su viabilidad son cada vez mayores.
La producción de crudo de Pemex está en un punto crítico. Para 2025, la empresa anticipa un promedio de 1.58 millones de barriles diarios, una cifra que se queda corta frente a la meta oficial del gobierno de Claudia Sheinbaum, que insiste en alcanzar 1.8 millones de barriles por día. Este desfase evidencia los problemas estructurales que arrastra la compañía, incapaz de cumplir con las expectativas impuestas desde el gobierno federal.
Reabrir pozos cerrados no es una solución nueva, pero sí una apuesta desesperada. Muchos de estos pozos fueron abandonados por su baja rentabilidad o por el agotamiento de los yacimientos. Ahora, Pemex busca exprimir lo poco que queda, a pesar de las limitaciones operativas y financieras que enfrenta. La estrategia refleja la urgencia por mostrar resultados, pero también expone la falta de un plan sólido para el futuro de la empresa.
El declive de Pemex no es un secreto. En los últimos años, la producción ha caído de manera constante, afectada por el envejecimiento de los campos petroleros y la falta de inversión en exploración. Mientras el gobierno de Morena promete soberanía energética, la realidad es que la petrolera depende de medidas de corto plazo que no atacan los problemas de fondo. La reapertura de pozos es solo un parche en una herida que no deja de sangrar.
La deuda de Pemex, una de las más altas entre las petroleras del mundo, complica aún más el panorama. Con un pasivo de 97,600 millones de dólares al cierre de 2024, la empresa apenas logra mantenerse a flote gracias al apoyo del gobierno federal. Sin embargo, este respaldo no ha sido suficiente para revertir las pérdidas, que en 2024 alcanzaron los 620,605 millones de pesos, una de las peores cifras en la historia reciente de la compañía.
El gobierno de Sheinbaum ha insistido en que no habrá despidos en Pemex y que se seguirá apoyando a la empresa con recursos públicos. Pero esta estrategia ha generado críticas, ya que los recursos destinados a rescatar a la petrolera podrían destinarse a otras prioridades nacionales. Mientras tanto, los proveedores de Pemex enfrentan adeudos millonarios, lo que ha provocado una crisis de liquidez en el sector.
La reapertura de pozos también plantea riesgos ambientales. Los yacimientos maduros, muchos de ellos en el Golfo de México, requieren técnicas intensivas que podrían agravar el impacto ecológico. Sin una estrategia clara de sostenibilidad, Pemex podría enfrentar críticas por priorizar la producción sobre la protección del medio ambiente, un tema que ha sido relegado en los planes de la empresa.
A pesar de los esfuerzos, los expertos dudan que esta medida sea suficiente para revertir la tendencia a la baja. La falta de inversión en tecnologías modernas y la dependencia de campos en declive limitan las posibilidades de éxito. Pemex necesita una reestructuración profunda, pero las decisiones actuales parecen enfocarse en mantener la apariencia de estabilidad en lugar de buscar soluciones de largo plazo.
El futuro de Pemex sigue siendo incierto. Mientras el gobierno apuesta por rescatar a la empresa como símbolo de la soberanía nacional, los resultados muestran una realidad distinta: una petrolera atrapada en un ciclo de deudas, pérdidas y estrategias improvisadas. La reapertura de pozos es solo el último capítulo de una historia que, hasta ahora, no parece tener un final feliz.
La pregunta sigue en el aire: ¿podrá Pemex superar esta crisis o seguirá hundiéndose bajo el peso de sus propias limitaciones? Por ahora, la estrategia de reabrir pozos cerrados no inspira confianza, y los mexicanos esperan respuestas claras sobre el rumbo de una empresa que, alguna vez, fue el orgullo del país.

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Pemex en apuros: la desesperada estrategia para rescatar su producción en picada
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