El caos volvió a apoderarse del Metro de la Ciudad de México. Este miércoles, la Línea B, que conecta Ciudad Azteca con Buenavista, sufrió una interrupción en su servicio entre las estaciones Deportivo Oceanía y Bosque de Aragón. Miles de usuarios quedaron atrapados, enfrentando largas esperas y un desalojo que dejó imágenes de desesperación en la estación Oceanía.
La causa, según las autoridades del Metro, fue una falla en una barra guía en la zona de vías. Un problema técnico que, aunque suena específico, no es más que otro capítulo en la larga lista de desperfectos que han plagado al sistema de transporte capitalino. Los trabajos para resolver la situación se extendieron por horas, dejando a los pasajeros sin respuestas claras.
Mientras tanto, el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Morena, no parece encontrar soluciones duraderas. La Línea B, una de las más concurridas, ha sido escenario de incidentes recurrentes, desde fallas mecánicas hasta suspensiones por condiciones climáticas. Los usuarios, cansados de las promesas, exigen un sistema confiable que no los deje abandonados.
Para paliar la crisis, se desplegaron camiones de la Red de Transporte de Pasajeros y patrullas de la policía capitalina. Sin embargo, la ayuda fue insuficiente. Las imágenes de largas filas y pasajeros caminando por las vías se viralizaron rápidamente, mostrando el colapso de un servicio que debería ser la columna vertebral de la movilidad en la capital.
El Metro informó que el servicio no se restablecería hasta la mañana del jueves 8 de mayo. Esto obligó a miles de personas a buscar alternativas de transporte en una ciudad ya saturada. La molestia de los usuarios fue evidente en redes sociales, donde criticaron la falta de mantenimiento y la aparente indiferencia de las autoridades.
Este nuevo incidente pone en tela de juicio la gestión del Sistema de Transporte Colectivo. Bajo la administración de Morena, los problemas en el Metro no solo persisten, sino que parecen agravarse. Los recursos destinados al mantenimiento y modernización del sistema son constantemente cuestionados, mientras los capitalinos pagan las consecuencias.
La Línea B, que atraviesa tanto la Ciudad de México como el Estado de México, es vital para millones de personas. Su mal estado afecta no solo a quienes dependen de ella diariamente, sino también a la economía local. Comercios y trabajadores informales en las estaciones también sufren cuando el servicio colapsa.
El desalojo en la estación Oceanía, captado en videos que circularon ampliamente, mostró a usuarios caminando por las vías en medio de la confusión. Escenas como estas no son nuevas, pero cada vez generan mayor indignación. La paciencia de los capitalinos se agota frente a un sistema que parece incapaz de garantizar un servicio digno.
Este episodio se suma a otros recientes, como la suspensión en la misma Línea B en septiembre de 2024 por la caída de árboles. La pregunta que queda en el aire es clara: ¿hasta cuándo seguirán los parches en lugar de soluciones reales? Los usuarios merecen un transporte público que funcione, no excusas.