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El diablo en calzones acecha a México: ¿Qué oculta el gobierno de la 4T?

Mañana, 20 de enero, México enfrentará un panorama que muchos temen: la llegada de un nuevo capítulo en las relaciones con Estados Unidos, cargado de tensiones y desafíos. La investidura de Donald Trump como presidente desata una tormenta de incertidumbre en el país, especialmente para el gobierno de Claudia Sheinbaum y la autoproclamada Cuarta Transformación. Las bravatas, insultos y amenazas del magnate no han pasado desapercibidas, y el nerviosismo en Palacio Nacional es evidente.
El gobierno de la 4T, que se jacta de su soberanía, parece tambalearse ante la presión del vecino del norte. Trump ha señalado directamente a México, acusando al gobierno de estar controlado por el crimen organizado. Sus palabras no son solo una provocación: son un recordatorio de que las promesas de seguridad y estabilidad de Morena podrían estar en entredicho. Mientras tanto, en los pasillos del poder, las respuestas son más mediáticas que efectivas.
En un intento por mostrar control, el gobierno ha intensificado operativos contra el narco y los migrantes. Desde el río Suchiate hasta el río Bravo, las autoridades despliegan redadas y capturan a capos de medio pelo, pero estas acciones parecen más un espectáculo que una solución real. La pregunta que todos se hacen es: ¿quién está realmente detrás del negocio del narcotráfico? Porque, como dice el dicho, “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.
Los migrantes, atrapados en el fuego cruzado, enfrentan un futuro incierto. Miles de personas que cruzan México rumbo a Estados Unidos ahora son el blanco de operativos que buscan apaciguar las exigencias de Trump. Desde Chiapas hasta Tijuana, la cacería de indocumentados no cesa, pero el problema de fondo sigue sin resolverse. ¿Es esta la “transformación” que prometió Morena?
El narcotráfico, un monstruo de mil cabezas, no da tregua. Las palabras de Trump resuenan como una sentencia: el negocio de las drogas no terminará mientras haya clientes al otro lado de la frontera. Y esos clientes, alimentados por magnates y familias poderosas, no desaparecerán pronto. México, atrapado en esta red, paga los platos rotos de una guerra que no parece tener fin.
En el ámbito político, la 4T se mueve con torpeza. Las medidas de última hora, como golpes mediáticos contra el crimen, no logran ocultar la falta de una estrategia clara. Claudia Sheinbaum, bajo el escrutinio internacional, enfrenta el reto de demostrar que su gobierno no es solo una fachada. Pero las críticas de Trump no son lo único que preocupa: los acuerdos privados que se tejen en las sombras podrían salir a la luz tarde o temprano.
La sociedad mexicana observa con preocupación. La llegada de Trump no es solo un cambio de gobierno en Estados Unidos; es un recordatorio de la fragilidad de un país que lucha contra la inseguridad, la corrupción y la presión externa. Mientras el gobierno de Morena se apresura a reaccionar, la sensación de que el “diablo en calzones” ya está aquí crece entre la población.
El futuro inmediato es incierto. Las promesas de la 4T se desvanecen frente a los retos que plantea el nuevo escenario internacional. México, una vez más, se encuentra en una encrucijada donde las decisiones de sus líderes definirán el rumbo. Pero, por ahora, el nerviosismo y las acciones desesperadas del gobierno solo alimentan la duda: ¿está México preparado para enfrentar lo que viene?

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