En Parral, Chihuahua, el alcalde Salvador Calderón, conocido ahora como “Chafa” en lugar de “Chava”, enfrenta duras críticas por su administración, que ha naufragado en menos de seis meses. Su intento por influir en las decisiones del Partido Acción Nacional (PAN) para imponer a un dirigente municipal afín ha desatado controversia entre los habitantes y la militancia panista.
La gestión de Calderón ha sido un torbellino de cambios y escándalos. Más de la mitad de su equipo inicial, incluyendo áreas clave como Comunicación, Turismo, Seguridad y Tesorería, ha sido reemplazado. Las acusaciones de nepotismo no se han hecho esperar, con sus hermanos Beto y Juan operando de manera descarada dentro del gobierno municipal, según críticos.
A pesar de los constantes anuncios para maquillar los fracasos y las reestructuraciones semanales, los resultados no llegan. La síndica Dalila Villalobos y algunos regidores han alzado la voz, presentando evidencia de las malas decisiones que han marcado la administración. Sin embargo, los intentos por silenciar estas críticas no han cesado.
En medio de esta crisis, Calderón ha decidido meterse de lleno en la contienda interna del PAN en Parral. Su apuesta es Arturo Ruvalcaba, un militante polémico y cercano a su círculo, respaldado por el edil César Homero Armendáriz, uno de los incondicionales del alcalde. Esta movida ha generado rechazo entre los panistas más tradicionales.
Ruvalcaba, señalado junto a Armendáriz por un incidente de agresión en un gimnasio de Parral, no cuenta con el respaldo de la militancia de base. Los panistas consideran que un alcalde solo debería influir en la dirigencia del partido si su gestión es sólida y reconocida, algo que está lejos de ser el caso en Parral.
La ciudad, que sus habitantes llaman con orgullo “la capital del mundo”, enfrenta un desgobierno que no ha sabido responder a las expectativas. Las promesas de Calderón se diluyen mientras la percepción de su liderazgo se desploma. Los ciudadanos exigen resultados, pero las prioridades del alcalde parecen estar en sus ambiciones políticas.
El contraste es evidente: mientras Calderón busca consolidar su influencia en el PAN, los problemas en Parral se acumulan. Desde la inestabilidad en su equipo hasta las acusaciones de favoritismo, su administración no logra enderezar el rumbo. La ciudadanía observa con preocupación este desvío de atención hacia luchas internas.
La pregunta que resuena en Parral es clara: ¿podrá Calderón rescatar su gestión y recuperar la confianza de los habitantes? Por ahora, su apodo de “Chafa” parece reflejar el sentir de una ciudad que esperaba mucho más de su alcalde.

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Alcalde de Parral en la mira por su gestión fallida y ambiciones políticas
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