El mundo sigue con la mirada puesta en la Capilla Sixtina, donde los 133 cardenales electores iniciaron el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco. Este miércoles 7 de mayo, la primera votación culminó sin un nuevo pontífice, marcada por una fumata negra que se alzó desde la chimenea vaticana alrededor de las 21:00 horas. La señal, visible desde la Plaza de San Pedro, indica que ningún candidato alcanzó los 89 votos necesarios para ser elegido papa.
El cónclave, el más concurrido y multicultural en la historia de la Iglesia Católica, reúne a cardenales de 71 países. La jornada comenzó con una solemne procesión hacia la Capilla Sixtina, donde los purpurados, vestidos con sus hábitos rojos y blancos, se encerraron para deliberar. Tras una catequesis del cardenal Raniero Cantalamessa, se dio paso a la primera votación, que, como era de esperarse, no arrojó un resultado definitivo.
La fumata negra, producida al quemar las papeletas con una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre, es una tradición que data del siglo XIX. Este humo oscuro comunica al mundo que el proceso de elección continúa. Los fieles, reunidos en la Plaza de San Pedro bajo un cielo romano, observaron la señal con una mezcla de expectativa y paciencia, sabiendo que el cónclave podría extenderse varios días.
El proceso de votación en el cónclave es riguroso y solemne. Cada jornada incluye tres fases: preescrutinio, escrutinio y postescrutinio. Durante el preescrutinio, se reparten las papeletas y se designa a los encargados de recoger y contar los votos. En el escrutinio, cada cardenal deposita su voto en secreto, y en el postescrutinio, los votos son tabulados y quemados para emitir la señal de humo.
Para que un cardenal sea elegido papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos, es decir, 89 de los 133 posibles. Este número, el más alto en la historia de los cónclaves, refleja la diversidad y la complejidad de este proceso. La primera votación suele ser una radiografía inicial de los apoyos, permitiendo a los cardenales evaluar a los candidatos más fuertes antes de ajustar sus preferencias en rondas posteriores.
Si no se alcanza un consenso tras tres días de votaciones, los cardenales harán una pausa de un día para reflexionar y orar. Este respiro, previsto para el domingo si no hay elección, busca fomentar el diálogo y la claridad entre los electores. En caso de que el cónclave se prolongue, se podrían realizar hasta 34 votaciones, tras las cuales se elegiría entre los dos candidatos con más apoyo.
La elección del nuevo papa no solo determinará el rumbo de la Iglesia Católica, con sus 1,400 millones de fieles, sino que también tendrá un impacto global en un momento de desafíos sociales, políticos y espirituales. La homilía del cardenal Giovanni Battista Re, pronunciada por la mañana, pidió un pontífice capaz de guiar a la humanidad en estos tiempos difíciles, aunque sus palabras generaron cierta controversia al omitir una mención directa al legado de Francisco.
Mientras el cónclave continúa, el mundo espera la próxima señal desde la Capilla Sixtina. A partir de este jueves, los cardenales realizarán cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde. Cada fumata, ya sea negra o blanca, mantendrá en vilo a millones de personas que aguardan el anuncio del “Habemus Papam” y la aparición del nuevo pontífice en el balcón de la Basílica de San Pedro.

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Non Habemus Papam: Fumata negra en el Vaticano tras primera votación
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