El próximo 7 de mayo, la Capilla Sixtina será el escenario de un evento histórico: el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco. Este proceso, cargado de simbolismo y tradición, reúne a 133 cardenales electores de todo el mundo, quienes permanecerán aislados hasta designar al nuevo líder de la Iglesia Católica.
La jornada inicia con una cena la noche previa en la Casa Santa Marta, la residencia vaticana donde se alojarán los cardenales. Este encuentro busca fomentar la convivencia entre los electores, quienes estarán incomunicados con el exterior durante todo el proceso para garantizar la confidencialidad.
El día del cónclave arranca con la misa Pro Eligendo Pontifice en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re. Esta ceremonia, abierta a los fieles, marca el inicio espiritual de la elección y reúne a cardenales, obispos y laicos en una oración por la sabiduría en la decisión.
Por la tarde, los cardenales electores se trasladan en procesión desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, entonando el himno Veni Creator para invocar al Espíritu Santo. Una vez dentro, juran guardar secreto absoluto sobre el proceso, un compromiso que, de romperse, podría llevar a la excomunión.
El maestro de ceremonias litúrgicas, Diego Ravelli, pronunciará la frase Extra Omnes, ordenando la salida de todos los no electores. Con las puertas cerradas, comenzará la primera votación, un momento clave donde los cardenales escribirán en secreto el nombre de su candidato.
El proceso de votación es meticuloso: se realizan hasta cuatro escrutinios diarios, dos por la mañana y dos por la tarde. Cada papeleta se quema tras el conteo, produciendo la famosa fumata: negra si no hay acuerdo, blanca si se ha elegido al Papa, acompañada del repique de las campanas de San Pedro.
Si un cardenal obtiene dos tercios de los votos, el decano le preguntará si acepta la elección y qué nombre papal elegirá. El nuevo Papa se dirigirá a la “sala de las lágrimas” para vestirse con las sotanas blancas y prepararse para su primera aparición pública.
El cónclave puede durar días, pero si no hay consenso tras 12 votaciones, los cardenales pausarán un día para reflexionar. En casos extremos, tras 33 votaciones, se podría recurrir a una elección entre los dos candidatos más votados, siempre respetando la mayoría de dos tercios.
El anuncio del nuevo Papa, con la frase Habemus Papam, será proclamado desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Este momento, seguido por la bendición Urbi et Orbi, marcará el fin del cónclave y el inicio de un nuevo capítulo para la Iglesia Católica.
Este ritual, que combina espiritualidad y estrictas reglas, refleja siglos de tradición y continúa capturando la atención de millones en todo el mundo, mientras el Vaticano se prepara para un nuevo líder.

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El cónclave que decidirá al nuevo Papa comienza con un ritual milenario
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