Tras 38 días internado en el Policlínico Gemelli de Roma por una grave infección respiratoria, el papa Francisco regresó este domingo al Vaticano. Este retorno señala el inicio de una fase distinta en su pontificado, donde el líder de 88 años, conocido por su cercanía con los fieles y su intensa labor, deberá ajustar sus hábitos diarios.
La hospitalización, que incluyó dos crisis que pusieron en riesgo su vida, dejó en claro la fragilidad de su salud. Ahora, Francisco enfrenta al menos dos meses de convalecencia protegida, según su médico en el Vaticano, Luigi Carbone. Esto implica continuar con tratamientos farmacológicos, terapias respiratorias y motoras, además de usar oxígeno y limitar el contacto directo con personas.
En su camino de regreso, el papa hizo una parada inesperada en la Iglesia de Santa María La Mayor, un gesto que refleja su devoción al icono Salus Populi Romani. Este desvío, transmitido en vivo por la televisión italiana RAI, mostró su característico “estilo Francisco”, pese a las cánulas nasales que aún lo asisten.
El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, cercano al pontífice, descartó rumores de renuncia, pero anticipó sorpresas en esta nueva etapa. Mientras tanto, el cardenal Leonardo Sandri sugirió que Francisco podría reducir audiencias y enfocarse en gobernar desde la distancia, manejando documentos sin necesidad de encuentros masivos.
La recuperación que comienza ahora será clave para definir cómo se adaptará el papado a estas circunstancias. En el Gemelli, Francisco fue un paciente ejemplar, siguiendo cada indicación médica. Queda por verse si mantendrá esa disciplina en el Vaticano, donde las demandas de su rol podrían desafiar las restricciones impuestas por su salud.

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El regreso de Francisco al Vaticano tras su hospitalización marca una nueva etapa en su papado
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