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Pinchazos en el Metro: Alarma en CDMX por Ataques y Tratamiento contra VIH

Una ola de ataques con jeringas en el Metro de la Ciudad de México ha desatado preocupación entre los usuarios. Las víctimas, hombres y mujeres de diversas edades, reportan haber sentido pinchazos mientras viajaban en vagones o transitaban por estaciones. La Secretaría de Seguridad Ciudadana confirmó que al menos 41 denuncias se han presentado ante la Fiscalía General de Justicia, un número que refleja la gravedad de la situación.
Los incidentes han generado temor entre los capitalinos, quienes señalan la falta de medidas efectivas para garantizar su seguridad. Las autoridades capitalinas, encabezadas por Clara Brugada, han implementado un protocolo de atención inmediata, pero los usuarios critican que la vigilancia en el transporte público sigue siendo insuficiente. Los ataques parecen no seguir un patrón claro, lo que aumenta la incertidumbre.
Tras los pinchazos, las víctimas experimentan síntomas como mareos, náuseas y debilidad. En algunos casos, las pruebas toxicológicas han revelado la presencia de estupefacientes, como la escopolamina, conocida por causar desorientación y somnolencia. Estos hallazgos han encendido las alarmas sobre el posible uso de sustancias para cometer delitos, aunque la Fiscalía descarta vínculos con secuestros o agresiones sexuales.
El gobierno de la Ciudad de México asegura que todas las víctimas reciben atención médica inmediata. Esto incluye la administración de profilaxis posexposición, un tratamiento preventivo contra el VIH que debe iniciarse dentro de las 72 horas posteriores al incidente. La Secretaría de Salud, dirigida por Nadine Gasman, destaca que este protocolo busca reducir cualquier riesgo, aunque expertos señalan que la probabilidad de contagio por VIH en estos casos es mínima.
Organizaciones como VIHve Libre han salido a desmentir rumores que circulan en redes sociales. Aclaran que el virus no sobrevive fuera del cuerpo humano ni en agujas expuestas al ambiente, por lo que el riesgo de transmisión en estos ataques es prácticamente nulo. Sin embargo, insisten en la importancia de buscar atención médica y presentar denuncias para esclarecer los hechos.
La respuesta del gobierno local incluye el reforzamiento de cámaras de vigilancia y la presencia de policías en estaciones críticas. Sin embargo, los usuarios del Metro exigen acciones más contundentes, como revisiones exhaustivas en los accesos y mayor personal capacitado. La percepción de inseguridad crece, y muchos evitan usar el transporte público por temor a ser atacados.
Casos específicos han conmocionado a la población. En la Línea 2, una joven sintió un pinchazo en la espalda y experimentó mareos; en la Línea 3, una menor de edad señaló a un hombre como su agresor. Estas historias reflejan el impacto emocional de los incidentes, que han llevado a algunas víctimas a desarrollar ansiedad o miedo a usar el Metro.
La Fiscalía capitalina continúa investigando, pero los avances son lentos. Mientras tanto, la ciudadanía se organiza en redes sociales para compartir recomendaciones, como usar ropa gruesa o mochilas para protegerse. La falta de claridad sobre los motivos de los ataques alimenta especulaciones y aumenta la desconfianza hacia las autoridades.
Este fenómeno no es exclusivo de México. Países como España y Reino Unido han reportado incidentes similares en el pasado, lo que ha llevado a las autoridades mexicanas a estudiar protocolos internacionales. Sin embargo, la urgencia de soluciones locales es innegable, y los capitalinos esperan respuestas concretas para recuperar la confianza en su sistema de transporte.

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