La noche del martes, Ángel Federico Mota Ramírez, secretario del ayuntamiento de Paso de Ovejas, Veracruz, fue víctima de un violento ataque a balazos mientras transitaba por la carretera federal Veracruz-Xalapa, a la altura de la comunidad El Pando. Dos sujetos a bordo de una motocicleta dispararon contra él, dejándolo gravemente herido.
A pesar de la gravedad de sus heridas, Mota Ramírez logró comunicarse con las autoridades para reportar el atentado. Fue trasladado de urgencia a un hospital, donde permanece bajo atención médica. Su estado de salud se reporta como delicado, pero estable, según fuentes cercanas.
El ataque ha desatado una ola de indignación en Veracruz, donde la violencia parece no dar tregua. Este incidente se suma a una serie de agresiones contra funcionarios y ciudadanos en el estado, evidenciando la crisis de inseguridad que azota la región.
Héctor Yunes Landa, líder estatal del PRI, condenó el atentado y señaló la falta de acción del gobierno para frenar la violencia, especialmente en el contexto de las elecciones. Sus declaraciones reflejan el hartazgo de una población que vive bajo la sombra del crimen.
La Fiscalía General del Estado ya inició una investigación, pero hasta el momento no hay detenidos. Las autoridades prometen esclarecer los hechos, aunque la confianza en su capacidad para hacerlo es cada vez menor entre los habitantes de Paso de Ovejas.
Este no es un caso aislado. Apenas un día antes, el candidato de Morena-PVEM a la alcaldía de Coxquihui, Germán Anuar Valencia, fue asesinado a balazos en el arranque de su campaña. La escalada de violencia política en Veracruz pone en duda la seguridad de quienes participan en el proceso electoral.
La ciudadanía de Paso de Ovejas exige respuestas y medidas concretas para garantizar su protección. La sensación de vulnerabilidad crece, mientras las autoridades parecen incapaces de contener a los grupos criminales que operan con impunidad.
El atentado contra Mota Ramírez no solo es un ataque a un funcionario, sino un reflejo de la descomposición social que vive Veracruz. La pregunta que resuena es cuánto más tendrá que empeorar la situación antes de que se tomen acciones efectivas.