Este 30 de abril, México celebra el Día de la Niña y el Niño, una fecha dedicada a reconocer a los más de 36.2 millones de menores de edad que representan el 28% de la población nacional. Según datos del INEGI, este grupo es el presente y futuro del país, pero su realidad está marcada por desigualdades que no pasan desapercibidas.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2023 revela que la mayoría de los menores, el 63.2%, vive con ambos padres, mientras que el 28% reside solo con su madre, el 3% con su padre y un 5.8% no vive con ninguno. Esta estructura familiar impacta directamente en su acceso a derechos básicos como educación, salud y bienestar.
En el ámbito educativo, las cifras muestran avances, pero también retos. El 55.5% de los niños de 3 a 5 años asiste a preescolar, con una cobertura mayor en hogares donde solo está la madre. Sin embargo, los menores que no viven con sus padres enfrentan mayores tasas de inasistencia escolar, alcanzando hasta un 24.9% en niñas.
La cobertura de salud también varía según el tipo de hogar. Los niños que viven con ambos padres o con uno tienen mayor acceso a servicios médicos, pero aquellos sin padres presentan un porcentaje más alto de falta de cobertura formal. Esto pone en evidencia las brechas que aún persisten en el sistema de salud.
Otro aspecto relevante es el idioma. Aunque solo un pequeño porcentaje de menores habla una lengua indígena, esta proporción aumenta al 5.7% entre quienes no viven con sus padres, en comparación con el 2.8% de los que residen solo con la madre. Estas diferencias reflejan la diversidad cultural del país.
El Día de la Niña y el Niño no solo es una celebración, sino también un momento para reflexionar. Mientras en ciudades como la Ciudad de México se organizan eventos culturales y actividades recreativas, en otras regiones los menores enfrentan carencias que limitan su desarrollo pleno.
En la capital, el gobierno local ha impulsado festejos en espacios públicos como el Zócalo, con música y actividades lúdicas. Sin embargo, en estados como Chiapas o Guerrero, donde la pobreza afecta a un mayor porcentaje de menores, las celebraciones son opacadas por la falta de recursos.
La historia de esta conmemoración se remonta a 1924, cuando el presidente Álvaro Obregón y el ministro José Vasconcelos la instauraron tras la Convención de Ginebra. Desde entonces, el 30 de abril es una fecha para honrar a la niñez, aunque los desafíos actuales exigen más que festejos.
Los datos del INEGI son un recordatorio de que la niñez mexicana es diversa y enfrenta realidades contrastantes. Mientras algunos celebran con juguetes y paseos, otros luchan por acceder a derechos fundamentales como una educación de calidad o atención médica oportuna.
En este Día de la Niña y el Niño, México se une para festejar a sus menores, pero también para reconocer que aún hay mucho por hacer. La igualdad de oportunidades para todos los niños sigue siendo una meta que requiere esfuerzos conjuntos.

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México festeja a más de 36 millones de niñas y niños en un día lleno de contrastes
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