El gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta una nueva crisis migratoria. Desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump, México ha recibido a 5,446 extranjeros deportados, según datos oficiales. Esta situación, justificada por “razones humanitarias”, pone en evidencia la falta de una estrategia clara para manejar el creciente flujo de migrantes no mexicanos que llegan al país.
La presidenta Sheinbaum ha defendido la decisión de aceptar a estos deportados, argumentando que México es un país humanitario. Sin embargo, la oposición ha criticado duramente esta postura, señalando que el gobierno de Morena carece de un plan sólido para integrar a estas personas o facilitar su retorno a sus países de origen. La pregunta que resuena es: ¿hasta dónde llegará esta política de puertas abiertas?
Desde el 20 de enero de 2025, cuando Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, México ha registrado un total de 38,757 deportados, de los cuales 33,711 son mexicanos. Los 5,446 extranjeros, provenientes principalmente de Centroamérica, representan un desafío adicional para un sistema migratorio ya saturado. Las autoridades han indicado que muchos de estos migrantes deciden si quedarse en México o regresar a sus países, pero la falta de recursos complica esta tarea.
El Instituto Nacional de Migración ha intentado facilitar el transporte para aquellos que desean volver a sus naciones, especialmente a países como Guatemala y El Salvador. Sin embargo, la logística de estos traslados ha sido cuestionada, ya que los albergues en la frontera sur, como en Chiapas, están al borde del colapso. La presión sobre las autoridades locales crece día a día.
Mientras tanto, el gobierno de Sheinbaum ha destacado programas como “México te abraza”, una iniciativa que busca reintegrar a los mexicanos deportados mediante empleos y apoyos sociales. Según el Consejo Coordinador Empresarial, se han abierto 50,000 vacantes laborales para repatriados. Pero, ¿qué pasa con los miles de extranjeros que no califican para estos programas y que permanecen en un limbo migratorio?
La decisión de México de recibir a estos deportados no mexicanos ha generado tensiones con Estados Unidos. Aunque el secretario de Estado, Marco Rubio, ha negociado acuerdos con países centroamericanos para vuelos directos de repatriación, muchos migrantes terminan en territorio mexicano. Esto ha llevado a críticas que acusan al gobierno de Morena de ceder ante las presiones de Washington sin exigir reciprocidad.
La crisis migratoria también ha puesto en el reflector los limitados recursos del sistema de refugio mexicano. La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados está desbordada, y los albergues reportan condiciones precarias. A pesar de los esfuerzos por mostrar una postura humanitaria, la realidad es que México enfrenta un embudo migratorio que amenaza con desbordarse.
En medio de este panorama, la administración de Sheinbaum insiste en que la recepción de extranjeros es una muestra de solidaridad. Pero las voces críticas advierten que esta política podría tener un costo político y social elevado. Sin una estrategia integral, México corre el riesgo de convertirse en el patio trasero de las deportaciones de Trump, mientras el gobierno de Morena lucha por mantener el control de la narrativa.

Imagen generada por IA con fines informativos o representativos. Digital Plural se deslinda de cualquier uso o interpretación.
México bajo presión: Miles de extranjeros deportados por Trump llegan al país por “razones humanitarias”
Compartir: